Ben-Hur: símbolo del cine épico

Por Jorge Luis Scherer.

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Pasaron casi 60 años de la recordada versión cinematográfica de “Ben–Hur” (1959), filme monumental que alcanzó el record de 11 premios Oscar, solo igualado en el tiempo por “Titanic” (1997) y “El señor de los anillos, el retorno del rey” (2003). El estreno en 2016, de la nueva y cuarta versión para el cine, resultaba por demás esperable en la era digital, donde una amplitud de recursos técnicos, especialmente de efectos especiales, contribuyen para desarrollar una historia, que además de la portentosa fuerza dramática, requiere de imágenes de gran espectacularidad.

 

Cuando Lewis Wallace -conocido por el rango de general, ganado en el ejército de la Unión durante la Guerra de Secesión- publicó en 1880 su novela “Ben-Hur. A tale of Christ”, ya sabía que iba a ser un éxito. Desde siempre, los temas bíblicos, en cualquiera de las artes, han emocionado a los públicos. La novela de Wallace, que hacía hincapié en los momentos más dramáticos del Nuevo Testamento, el calvario y la crucifixión de Jesús de Nazaret, tenía todos los ingredientes para convertirse en una de las más populares en las postrimerías del siglo XIX. Wallace ambientó su historia en la provincia de Judea, en tiempos del emperador romano Tiberio, invasor de las tierras de los judíos, pero también eran los tiempos de Jesús, señalado por algunos como un subversivo, aunque su única arma era la palabra.

Lewis Wallace ubicó en ese contexto histórico a su inmortal personaje, Judá Ben –Hur, un príncipe rico, judío, de la misma edad de Jesús, con quién va a encontrarse cara a cara en dos oportunidades. En la primera, es Judá Ben Hur el hombre sediento y golpeado el que recibe agua de las manos de Jesús, cuando es llevado como esclavo a las galeras, por la traición del tribuno romano Messala, que además mandó a prisión a su madre y hermana. Pasarán los años, y Ben Hur -el galeote que sólo se mantuvo vivo por el deseo de venganza- regresa a Judea, y allí verá a un hombre que arrastra una pesada cruz, mientras recibe latigazos. Se escabulle entre los soldados romanos y trata de ponerle una vasija con agua en los labios. Los dos hombres se miran y se reconocen. Jesús va a ser crucificado y perdonará a los hombres que lo injuriaron, y a sus asesinos. Ben-Hur, que no alimentó la paz para el enemigo, vencerá a Messala en una carrera de cuádriga, que será como un campo de combate.

Lewis Wallace murió en 1905, dos años antes del estreno de la primera versión cinematográfica de “Ben-Hur”. En 1925, la compañía Metro Goldwyn Mayer realiza la segunda versión, convirtiéndose en la película más famosa de la compañía en su período mudo. Y es nuevamente la MGM, la que en otro remake de “Ben- Hur”, consigue realizar en 1959 una de las superproducciones más grande en la historia del cine, ganadora de 11 premios Oscar, por lo que superó a “Lo que el viento se llevó” (1939), que ostentaba el record de 10 premios de la Academia. Los 74 millones de dólares en venta de entradas, durante su primer estreno en los Estados Unidos, fue también una cifra extraordinaria, dejando para la MGM con los posteriores reestrenos en cines una utilidad superior a los 90 millones.

La Nueva Versión de “Ben-Hur” (2016)

"Ben Hur". Versión 2016.

Versión 2016.

La elección del actor para representar a Judá Ben-Hur es en esta historia tan importante como la película misma. En la versión de 1925, Ramón Novarro había sido poco convincente, pero en la dirigida por William Wyler en 1959, el actor fue Charlton Heston, un rostro y físico ideal para el cine épico, que además había cosechado la consideración de la crítica por su rol de Moisés en “Los Diez Mandamientos” (1956) de Cecil B. DeMille.

El actor inglés Jack Huston (“Outlander” y “American Hustler”, entre otras) interpreta a Judá Ben Hur en esta nueva película. Que Jack tiene sangre cinéfila en sus venas, no se puede negar. Nieto del gran director y actor John Huston, consecuentemente bisnieto del afamado actor de los años 30 y 40, Walter Huston y sobrino de Anjelica Huston y Danny Huston. Por el lado materno es tema para la revista “Hola”, ya que tiene por abuelo a un marqués. El intérprete del maldito tribuno Messala es el británico Toby Kebbel, conocido por sus papeles de Antonidas en” Warcraft, el origen”(2016) y en el rol del Dr. Doom en “Los Cuatro Fantásticos” (2015). Morgan Freeman es Ilderim, el árabe dueño de los caballos blancos que ofrecerá a Ben Hur para la mortal carrera de carros. El brasileño Rodrigo Santoro interpreta a Jesús, y Nazanin Boniadi a Esther.

La Metro Goldwyn Mayer vuelve a ser parte importante en esta nueva versión. Paramount Pictures y otras productoras asociadas se sumaron a este remake dirigido por Timur Bekmambetov, nacido en Kazajistán, pero nacionalizado ruso. Su película más conocida en nuestro medio fue “Abraham Lincoln: Cazador de vampiros” (2012). “Ben-Hur” fue filmada en los estudios de Cinecitta, y en locaciones de Roma y Lazio.

Ben-Hur en el cine mudo

Versión 1907.

Versión 1907.

Versión de 1907: El cine apenas había pasado la década de existencia cuando Kalem Company, uno de los estudios pioneros, produjo y estrenó esta primera versión de la entonces popular novela del general Wallace. La realización estuvo a cargo del actor y director canadiense Sidney Olcott, y este filme de tan solo 15 minutos fue el puntapié inicial para una seguidilla de temas bíblicos en el cine, especialmente en Italia, donde contó con el respaldo del mismísimo Vaticano. En el país europeo se estrenaron en 1912 las primeras versiones de “¿Quo Vadis?” y de “Espartaco”, y en 1913 “Los últimos días de Pompeya”. En Estados Unidos, David W. Griffith realizó” Judith de Betulia” (1913) y Cecil B. DeMille, tan afecto a las superproducciones, dirige en 1927 “Rey de Reyes”. La gran difusión mundial de las historias religiosas hizo que el genial director danés Carl Theodor Dreyer realizara en 1928 “La pasión de Juana de Arco”, un filme trabajado exclusivamente sobre primeros planos.

El actor Herman Rottger interpretó a Judá Ben-Hur, y curiosamente, el rol de Messala estuvo a cargo de William S. Hart, debut cinematográfico para quien sería una de las primeras estrellas del género western, y que en su vida personal llegaría a ser amigo de los legendarios Wyatt Earp y Bat Masterson. La carrera de cuadrigas -el momento más importante en todas las versiones, dado que es una competencia despiadada y donde Ben-Hur tendrá la oportunidad de vengarse- fue filmada en un espacio destinado a fuegos artificiales de Manhattan Beach, y el imponente vestuario fue prestado por la Metropolitan Opera House.

Versión 1925.

Versión 1925.

Ben-Hur (1925). La Metro Goldwyn Mayer -formada hacia muy poco tiempo, por la fusión corporativa de tres compañías cinematográficas- tuvo con “Ben-Hur” su película más importante y famosa de todo el período silente. En este éxito, mucho tuvo que ver el niño prodigio (el “chico maravilla”, como era conocido en Hollywood) Irving Thalberg, quien a los 25 años se unió a Louis B. Mayer para ser vicepresidente y jefe de producción de MGM. Thalberg. De apariencia enfermiza, ya que arrastraba serios problemas de salud que lo llevaron a la muerte con solo 37 años, ejercía un poder absoluto en el estudio: seleccionaba los guiones, el director, los actores, el equipo técnico, las locaciones. Thalberg, fue el productor que se le plantó al prestigioso realizador Eric von Stroheim, una leyenda de la cinematografía y lo desplazó sin miramientos porque quería un filme más comercial. Esa era la búsqueda de Thalberg y por eso sus películas fueron rentables. Para “Ben-Hur”, invirtió un presupuesto de producción de 4 millones de dólares, una cifra más que escalofriante para la época. Recién en 1939 con “Lo que el viento se llevó”, se superaría esa cifra por muy poco. El presupuesto alcanzó los 4.250.000 dólares.

La dirección del filme recayó en Fred Niblo, quien gozaba de prestigio en el ambiente cinematográfico por el éxito conseguido con “La marca del Zorro” (1920) con Douglas Fairbanks y “Sangre y Arena” (1922) con Rodolfo Valentino. Para interpretar a Ben-Hur fue elegido el mexicano Ramón Novarro, famoso en los Estados Unidos, especialmente por el éxito obtenido con “Sacaramouche” (1923). Novarro era promocionado como el rival de Valentino, aunque en la vida real eran amigos íntimos. El foco de la película tenía que estar una vez más en la carrera de cuadrigas. Para la filmación fueron desplazados en puntos estratégicos del armado Coliseo de Antioquia, 42 operadores, cada uno con su cámara. Nunca antes se había visto semejante despliegue. El responsable de efectos especiales utilizó 4.000 extras, que fueron ubicados en el Coliseo y varios miles de muñecos articulados. El mayor trabajo recayó en el montajista, quien se encontró con 56 mil metros de película y la orden de reducirlo a unos 200.

MGM y la fastuosidad puesta en escena

MGM. La gran pantalla

MGM. La gran pantalla

En la década del 50, la televisión comenzó en los Estados Unidos su desarrollo expansivo y Hollywood se estremeció. Es cierto que las películas hechas para la televisión no pasaban de ser modestas y en blanco y negro. Pero Hollywood estaba inquieto. En forma gradual, desde 1953 se iba reemplazando la tv blanco y negro por la de color, en el sistema NTSC. El séptimo arte tenía que recuperar los públicos perdidos en base a la espectacularidad, películas llenas de colorido y en pantallas inmensas. La industria se puso en marcha y llegó el Cinemascope con “El manto sagrado” (The robe- 1953) y otra compañía creó su similar: Vistavision. El Cinerama fue otro avance tecnológico que recorrió el mundo como un atractivo de ferias.

Seguramente, MGM era el estudio más preparado para el desarrollo de grandes producciones. Con el tiempo, había conformado departamentos artísticos de alta calidad. En sus filas estaban excelentes directores de fotografía, diseñadores de producción, de vestuarios, renombrados escenógrafos. Y con todo esto en sus manos tenían la posibilidad de dar a sus películas un sello estético. Llego un tiempo, en que pocos podían dudar de la procedencia de algunas películas musicales o aquellas de colosales decorados, el rugido del león había ganado un lugar inconfundible.

Ben-Hur (1959). Caballos blancos vs. Caballos negros

Versión 1959.

Versión 1959.

En el rubro guionista solamente figura Karl Tunberg, pero es sabida la colaboración de novelistas y dramaturgos como Gore Vidal, Christopher Fry y Maxwell Anderson. El rodaje, que se realizó en los estudios romanos de Cinecitta, se extendió durante ocho meses de 1958, y la posproducción finalizó sobre la mitad del año siguiente. Fue el presupuesto más importante hasta la fecha, con más de 15 millones de dólares. La Metro Goldwyn Mayer repetía el hecho cinematográfico de producir, bajo un mismo título, la producción más espectacular jamás alcanzada hasta entonces. Más de 10.000 extras, 2.500 caballos, 200 camellos, miles de obreros trabajando en los monumentales decorados, 100 costureras para la confección de los vestuarios diseñados por Elizabeth Haffendon. El estreno tuvo lugar en Nueva York en noviembre, convirtiéndose en la segunda película más taquillera de la historia hasta los primeros años de la década del 60. “Lo que el viento se llevó” era la primera y lo sigue siendo en la actualidad, cuando se le aplica el ajuste inflacionario, ubicándose por encima de “Avatar”, “Star Wars” y “Titanic”.

MGM llevaba varios años madurando la idea de hacer un remake de “Ben-Hur”, que tantas satisfacciones y prestigio le había dado cuando realizaron la versión silente. Muchos actores pasaron por las cabezas de producción, desde un Robert Taylor, Stewart Granger y hasta Marlon Brando, quien se había lucido en su papel de Marco Antonio en la shakespereana “Julio César” (1953) de Joseph L. Mankiewicz. Esos debates de producción también tuvieron en la mira a Sydney Franklin para la dirección, pero el elegido fue William Wyler, el realizador preferido por Bette Davis en la Warner (“Jezabel”, “La Carta”, “La loba”), Wyler, el de “Cumbres Borrascosas” (1939), “Los mejores años de nuestra vida”(1946) y “La princesa que quería vivir” (1953), entre tantas otras. Sin embargo, Wyler no simpatizaba demasiado con el formato panorámico, pero a su lado iba a tener un excelente director de fotografía, Robert L. Surtees.

Charlton Heston, el rostro más heroico de Hollywood, fue Judá Ben-Hur y se llevó el Oscar como mejor actor. Stephen Boyd interpretó al despótico tribuno Messala; Hugh Griffith al jeque Liderim, quien obtuvo por esta actuación el Oscar al mejor actor de reparto; Jack Hawkings fue el cónsul romano Quinto Arrio. El elenco contaba también con Sam Jaffe, Martha Scott, Haya Harareet y Frank Thring, que hizo de Poncio Pilatos, fue otro de los rostros característicos para filmes de épocas antiguas. Pocos años después en “Rey de Reyes” de Nicholas Ray, Thring interpretaría magistralmente al despreciable Herodes Antipas.

Entre los 11 premios Oscar que se llevó el filme, estuvo el de mejores efectos especiales, a cargo de Arnold Gillespie. La famosa batalla naval que libran los romanos contra los piratas, cuando Judá Ben –Hur era uno de los galeotes en la nave principal, fue realizada en su mayor parte con maquetas. Gillespie explica que toda la secuencia fue rodada con maquetas de barcos, excepto los fragmentos a escala real de la galera que se filmaron en un plató sonoro. Las maquetas se colocaban en un estanque propiedad de MGM, de tan sólo 28 metros cuadrados. Detrás del estanque se colocaba una pantalla de 100 metros de largo por 18 de alto.

La carrera de cuadriga dura apenas unos diez minutos, pero resulta ser el atractivo mayor de la película. Nueve son los competidores. Proceden de Chipre; Atenas; Asiria; el tribuno Messala, con sus cuatro caballos negros, representa a la Roma dominadora; Judá Ben-Hur, con su carro tirado por cuatro caballos blancos, es el símbolo del pueblo judío, del pueblo oprimido. La arena se va manchando de sangre en cada una de las nueve vueltas programadas en el Coliseo de Antioquia, ante la presencia del gobernador Poncio PIlato, quien tiene a su lado la corona de laureles, tributo heredado de los griegos para los victoriosos. Los caballos blancos y los negros corren como si supieran de la rivalidad de estos dos hombres. El estadio eufórico grita el nombre de Judá.

La música fue un factor importantísimo. “Ben-Hur”, de la mano del húngaro Miklós Rózsa, se convirtió en una de las más grandes partituras para el cine de todos los tiempos. Rózsa fue contratado por MGM después de haber triunfado plenamente en diferentes géneros cinematográficos, pero muy especialmente por su éxito como músico para el cine negro de los 40, donde compuso para “Pacto de Sangre” (1944), “Días sin huella” (1945), “Los asesinos”(1946), “La ciudad desnuda (1948), y “Jungla de asfalto” (1950). Durante ese período también creó la famosa banda musical de “Spellbound” (1945) de Hitchcock. Pero más allá de su prestigio, Miklós Rózsa fue contratado porque era un estudioso de las culturas griegas y romanas antiguas. Incluso, cuando compuso en 1951 la música para “¿Quo Vadis”, reconstruyó instrumentos de la época. Y otro factor importante, fue que los estudios le dieron todo el tiempo para trabajar tranquilo. Dispuso de 18 meses para escribir la banda sonora. Viajó a Roma y pasó largas horas en el Foro, en el Capitolio y las Palatinas, imaginando los tiempos de esplendor y la excitación de las multitudes en el Circus Maximus.

En 2004, la National Preservation Board seleccionó a “Ben-Hur” para ser conservada en su National Film Registry, por considerarla una de las mejores películas históricas, cultural y estéticamente significativas.

Artículo escrito por Jorge Luis Scherer -periodista, profesor de literatura y cine- para Ultracine.

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