Por Jorge Luis Scherer.
“Cuidado con los sueños, pueden hacerse realidad”, es posible que nunca le hayan susurrado al oído esta frase pero que él la iba sintiendo a cada instante, bombeando como un segundo corazón, es casi seguro. El famoso Kirk Douglas, cuyos hijos nacieron en Beverly Hills como chicos ricos, nunca dejó de mirar hacia atrás, aquella dura niñez y adolescencia, cuando su nombre era Issur Danielovitch, hijo de inmigrantes analfabetos, rusos, judíos, en la ciudad de Amsterdam, estado de Nueva York. “Mis hijos nunca contaron con mis ventajas, yo tenía la necesidad de ascender, de luchar por la vida”. Claro que cuando empezó a envejecer, no le adjudicó todo el éxito al trabajo duro y al talento, y reivindicó a la suerte, esa cosa misteriosa que llega como una bendición y que el hombre no puede controlar. Las manos del destino un día se abrieron para Issur, el chiquito judío, hijo del ruso trapero, que con su carro tirado por un caballo levantaba lo que otros desperdiciaban, hijo de una madre que firmaba con una X, pero que le dejó la mejor imagen de toda su vida, cuando compartía con ella esa pequeña cocina, con el fogón de leña, y el sonido de los dedos estirando la masa para el pan. Años después, le enseñó a escribir su nombre, y cuando ya era el famoso Kirk Douglas fundó una productora y la llamó como ella: Bryna.
El comienzo del camino
Su madre no encontró las calles bañadas en oro, como le habían contado antes de salir de Ucrania, pero cuando llegó a los Estados Unidos de Norteamérica supo que era una tierra de abundancia y de oportunidades, y así se los inculcó a sus seis hijas y a su único varón, Issur, todos nacidos en la nueva tierra. Como familia judía siempre estaban en desventaja, pero con el tiempo llegaron a tener luz eléctrica y teléfono, y hasta le compraron una dentadura postiza a mamá “Esa no es ma”, dijo una de sus hijas.
Uno de los mejores amigos de Kirk Douglas fue Burt Lancaster. Burt era un amante de la ópera, mientras que él adoraba la poesía. Conoció los versos de Byron, Keats y Shelley cuando tenía unos 14 años, gracias a su esbelta profesora Louise Levingstone, viuda y con un hijo que andaba por los 20. Issur, rechazado por las chicas bonitas, por tener un padre que estaba en la escala social más baja, encontró en su maestra la ternura y el sexo.
Ir a la universidad era un objetivo. Fue a la de St. Lawrence, su profesora-amante lo ayudó, y él consiguió trabajo de botones en un hotel para pagar los estudios. Mucho más fácil fue cuando obtuvo una beca por ser campeón en lucha libre, gracias a esa fuerza muscular heredada de su padre. “Ellos (por sus compañeros) luchaban por un lugar en el equipo, yo luchaba por mi vida”.
New York, New York
En la gran ciudad cambió oficialmente de nombre. Ahora era Kirk Douglas y quería ser actor de teatro. Le asignaron una beca en la American Academy of Dramatic Arts, se enamoró de su hermosa compañera Peggy Diggins, y consiguió trabajo de camarero. El próximo paso era casarse pero ella fue contratada como modelo, partió a Hollywood y no se vieron más. Le rompió el corazón.
Sus intervenciones en obras eran las de un simple figurante. Cuando atendía las mesas en el bar una chica que cursaba el primer año no dejaba de mirarlo. Era muy jovencita, la conocía por Betty, pero se llamaba Lauren Bacall. Un día, cuando Kirk le sirvió la habitual taza de café, ella le dijo que iba a trabajar en una película basada en el libro de Hemingway “Tener y no tener”, y que su pareja iba a ser Bogart. Y fue su admiradora Betty-Lauren, la que tiempo después le echaría una gran mano. Se lo confesó el productor Hal Wallis cuando llamó a Kirk para que interprete al alcohólico y frustrado marido de Barbara Stanwych en “El extraño amor” de Martha Ivers, dirigida por Lewis Milestone. Y ese fue el comienzo de una extensa carrera que lo llevaría a interpretar 92 trabajos como actor para el cine y la televisión.
Un largo camino
Antes de filmar su primera película, Kirk se había casado con Diana, una novia que se le había burlado cuando montó un caballo alquilado, que lo tuvo a maltraer en el Central Park. Eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial y él, que se había alistado en la marina, consiguió que el capellán naval los casara. Después, respetuoso de su religión, tuvo la ceremonia judía con un rabino. Cuando nació el primer hijo lo llamaron Michael.
En 1947, Kirk interpretó su segunda película y, como en el caso de la primera, se trataba de un thriller con las características del film noir. “Retorno al Pasado” (“Out of the Past”), dirigida por Jacques Tourneur, con Robert Mitchum y Jane Green, se convirtió en una obra de culto dentro del género. Al año siguiente, se daría su primer encuentro actoral con Burt Lancaster, convertido ya en una estrella por su gran trabajo como protagonista debutante en “The Killers”. En el elenco de “I Walk Alone” estaba también Wendell Corey, un antisemita que Kirk despreció con todas sus fuerzas.
Su primer protagónico fue la intrascendente comedia de “1948, Mi querida Secretaria”. Era la primera vez que su nombre aparecía arriba de todo. Luego fue tentado para hacer “The Great Sinner”, le ofrecían una cifra nunca pensada en su cabeza, 50 mil dólares, pero la rechazó, y aceptó hacer una producción independiente por 15 mil. Se había opuesto a los poderosos, el joven rebelde elegía hacer “El Ídolo de Barro” (“Champion”) en 1949, con la dirección de Mark Robson, donde Kirk debía interpretar la decadencia de un boxeador. La película fue un éxito y lo lanzó a la fama pública internacional. Los estudios le ponen los ojos encima, quieren hacerle firmar contratos por varias películas. Kirk, piensa que si firma se esclaviza, pero termina acordando. Años después, vería como Olivia de Havilland, hoy con 99 años igual que Kirk, le ganaría un juicio a Warner Brothers, por basarse en medidas anticonstitucionales.
Al tiempo de tener el segundo hijo con Diana, se divorcian. Kirk, no puede escapar de las tentaciones, de las mujeres hermosas. Con la diva Joan Crawford, tiene sexo en la alfombra de su casa cuando la acompañaba después de una cena, fue amante de Rita Hayworth, apenas ella se separó de Ali Khan. Rita le dijo: “Los hombres se acuestan con Gilda, pero despiertan conmigo”. También fue amante de Patricia Neal, Gene Tierney, Evelyn Keyes, mientras se divorciaba de John Huston, Ava Gardner, y la maternal Marlene Dietrich. Lo cierto es que Kirk huía del amor hasta que conoció a la hermosa Irene Wrightsman, una verdadera obsesión que no duró mucho. Kirk filmaba tres películas por año y ella calmaba con alcohol su soledad. Un día, Kirk llegó a su casa sin previo aviso y la vio acostada con Sydney Chaplin, el hijo de Charles.
Los magnates del cine y los directores
Kirk Douglas siempre fue catalogado como un tipo difícil. Nunca hizo amistad con los dueños y gerentes de los estudios. No tenía pelos en la lengua para decir cuando se aprovechaban de los directores, escritores y actores. En su libro de memorias, “El Hijo del Trapero”, Kirk dice que los magnates de esa época eran crueles y egoístas, y nombra a Jack Warner, Darryl Zanuck, Louis Mayer, Harry Cohn, entre otros.
Sobre algunos directores tiene las mejores palabras de elogio pero para otros prefiere el olvido. Uno de los inolvidables era el “brillante” Billy Wilder, con quien trabajó en “El Gran Carnaval” (“Ace in the Hole”, 1951), una feroz crítica a la prensa amarillista. Otro de sus preferidos era Vincente Minnelli, con quien hizo “Cautivos del Mal” (“The bad and the beautiful”, 1952), teniendo como pareja a la sensual Lana Turner. Pero Fernando Lamas, la pareja de la diva en la vida real, no le apartaba los ojos un instante. Y Kirk se quedó sin Lana. Con esta película consiguió su segunda nominación como actor, la primera había sido por “Ídolo de Barro”. Con Minnelli volvería a actuar en “Sed de Vivir” (“Lust for Life”, 1956), donde Kirk hace una extraordinaria interpretación de Vincent Van Gogh. Fue nuevamente nominado al Oscar, la prensa, el público, y por supuesto Kirk, que prácticamente se había convertido en Van Gogh, (fuera del set se soltaba los cordones de los zapatos para caminar como lo hacía él, arrastrando los pies, y por las mañanas se levantaba confundido y se tocaba las orejas), se sintieron perplejos cuando se anunció que el ganador era Yul Brynner por el musical “El Rey y Yo” (“The King and I”). La tercera no fue la vencida. Tampoco las palabras de John Wayne, durante una cena, sirvieron de consuelo: “Kirk ¿Cómo puedes hacer semejante papel?, quedamos muy pocos como nosotros. Tenemos que representar personajes fuertes, y no a esos mariquitas debiluchos”.
Douglas hablaba bien de Howard Hawks, Lewis Milestone, Joseph Mankiewicz, y decía que nadie amaba y comprendía más a los actores que Elia Kazan. Los palos de Kirk fueron para Raoul Walsh, a quien calificaba como un hombre brutal, violento, y que maltrataba a los animales. A David Miller no lo vio para nada creativo y Stanley Kubrick, que era un profesional brillante, no le parecía un buen tipo.
Un delicado equilibrio
“Equilibrium” se denominaba uno de los tres episodios de la película “La Historia de tres amores” (1953). Su co-estrella era una chica italiana de 19 años, llamada Pier Angeli. En la historia eran trapecistas, siempre tomados de las manos, los cuerpos juntos, y se desató una pasión. Kirk, con 35 años, se había vuelto a enamorar. Mucho más que eso, estaba enloquecido por la tanita de ojos profundos. Pero la madre de Pier no los dejaba solos ni un instante. Lo mismo sucedió cuando viajó hasta Venecia para verla. Algún beso robado y volver al trabajo. Mientras, Kirk filmaba “Ulises en Roma”, con Rosanna Podesta y Silvana Mangano, que era la esposa del productor Dino De Laurentis, un día, Pier llegó a Roma. Recorrieron restaurantes y bistrós, pero los ojos de la mama estaban cerca. Para uno de sus cumpleaños, Kirk viajó a Londres y le regaló un anillo con un diamante que compró en Bulgary. Pero un día todo terminó, se rompió el compromiso.
Dicen que Dean Martin estuvo en el medio. Nunca se supo si el gran cazador pudo llevarla a la cama. Tal vez sea uno de los secretos que el viejo Kirk prefiere mantener. Pier murió a los 39 años después de tomar un frasco de pastillas.
El Tío Walt
Kirk Douglas había trabajado para Disney en “20.000 Leguas de Viaje Submarino”, sobre la novela de Julio Verne. Casi toda la película se había filmado en las Bahamas, en un ambiente cordial. El tío Walt invitó un día a Kirk y sus hijos Michael y Joel para que pasen un día de diversión con sus mágicos juguetes. Todo resultó de maravillas hasta que Kirk se enteró que esas imágenes habían sido grabadas y sin permiso el tío Walt las había difundido en su programa de TV. Inmediatamente, Kirk quiso iniciar acciones legales, pero los buenos consejeros le dijeron que desistiera, porque la gente siempre va a pensar que Walt Disney hacía las cosas para los niños de puro bondadoso. Kirk estuvo de acuerdo: “No se le puede poner un pleito a Dios”.
Llega Anne, su verdadero amor
La joven Anne Buydens era belga por adopción. Había nacido en Alemania y solita huyó de su país cuando Hitler empezó a mostrar sus garras. Anne se había convertido en la relacionista pública más importante para las productoras, directores y actores que filmaban en Europa. Kirk la conoció poco después de que ella termina su trabajo para “Moulin Rouge” de Huston. Esta mujer inteligente, conocedora de varios idiomas, hizo que Kirk olvidara por completo a Pier Angeli. Se casaron en mayo de 1954, tuvieron dos hijos y en la actualidad sigue siendo el amor de su vida.
Se Funda Bryna Company
La película inaugural de la productora de Kirk Douglas fue “Pacto de Honor” (“The Indian Fighter”), dirigida por Andre De Toth. Kirk contrató a la modelo Elsa Martinelli para que hiciera el papel de la india y tuvo muy buenos resultados. Entre 1955 y 1986 Bryna produjo 18 filmes. Kirk fue una de las primeras estrellas de Hollywood en crear una productora independiente. Le hubiera gustado tener los derechos de “Sed de Vivir”, basado en el best seller de Irving Stone. La MGM se había anticipado y los había adquirido. No pudo sumar su productora pero el proyecto le fascinaba y mucho más cuando fue contratado Vincent Minnelli para la dirección. Kirk estaba ansioso como nunca, se filmó en los escenarios reales, donde Van Gogh había transcurrido su vida, y los lugareños se emocionaban cuando veían a Kirk caracterizado. No era posible que alguien fuera tan parecido “al loco del pelo rojo”. Kirk confesó que fue una película bella y se enamoró del personaje pero hacer carne esa vida torturada e infeliz lo dejó con heridas durante bastante tiempo.
“Duelo de Titanes” (1957) volvió a reunirlo con su amigo Burt Lancaster, que tomó el papel del sheriff Wyatt Earp, y Kirk personificó al dentista Doc Holliday, un tirador excepcional con 30 muecas de víctimas en su cinturón. El director, un gran hacedor de westerns, John Sturges, que dos años después lo volvería a tener como protagonista en “El último tren de Gun Hill”, tenía la idea de rodar el famoso duelo en el verdadero OK Corral de Tombstone, como sucedió en 1881, pero el lugar no tenía las dimensiones para los adecuados movimientos de cámara, y se hizo una reproducción pero con espacios más amplios.
“Senderos de Gloria” (“Paths of Glory”, 1957), conocida también en nuestro medio como “La Patrulla Infernal”, título aborrecible para este filme, fue la primera gran película de Bryna Company. Kirk había visto “Atraco Perfecto” (“The Killing”) una película de bajo presupuesto pero armada como un relojito suizo. Quiso conocer a su director, un joven desconocido que se había dedicado a la fotografía. La reunión con Stanley Kubrick, tal el nombre del realizador, fue muy provechosa, porque Stanley le pasó el guión de un proyecto que tenía entre manos, pero que los estudios rechazaban. El guión estaba firmado por Jim Thompson y Calder Willingham. Cuando Kirk lo leyó, se enamoró inmediatamente: “Stanley, no creo que esta película de un centavo, pero tenemos que hacerla”, fue su conclusión. Gracias a la astucia de Kirk, la United Artists puso 3 millones de dólares. Se filmó en Alemania y se estrenó en Munich en 1957. Luego vino la polémica y las prohibiciones. Claro, el gobierno francés no podía dejar que una productora norteamericana se metiera con un tema histórico que ellos trataban de minimizar porque involucraba el mal desempeño del alto mando francés durante la Primera Gran Guerra. Por lo tanto, no se estrenó en Francia, fue excluida del Festival de Berlín de 1958, a pedido de los franceses, so pena de retirarse del festival, y hasta los suizos se negaron a proyectarla, por considerarla subversiva contra sus vecinos. Kirk y Stanley, igualmente orgullosos por la gran película realizada.
El siguiente proyecto de Bryna fue “Los Vikingos” (“The Vikings”, 1958), un rodaje placentero en Noruega. Kirk había contratado a Richard Fleisher para la dirección, con quien había trabajado en “20.000 leguas de viaje submarino”, y a los actores Tony Curtis, Ernest Borgnine y Janeth Leigh. La película funcionó my bien en las boleterías de todo el mundo y Bryna ya era una productora muy solvente. En esos tiempos nació su cuarto hijo y en homenaje al filme lo llamaron Eric.
Espartaco
Kirk, después de interpretar a Ulises, se había entusiasmado con los temas épicos. Cuando se enteró que iba a filmarse “Ben Hur” se presentó, pero los productores ya estaban decididos por Charlton Heston. Poco después, alguien le acercó la novela “Espartaco” de Howard Fast, y comenzó a interesarle, con algunos cambios y un gran elenco podía ser una gran película. El propio autor de la novela fue convocado para que esbozara un guión, pero según Kirk lo escrito era un desastre: “los autores de libros no deberían escribir guiones” aseveró. Sabía que debía contar con un buen guión lo antes posible, porque el director Martin Ritt ya estaba trabajando en la misma historia, pero tomada de la novela de Arthur Koestler “The Gladiators”, e incluso Yul Brynner había dado el sí para el protagónico.
Dalton Trumbo, ese era el hombre que necesitaba, el mejor escritor de Hollywood, el que era capaz de escribir 150 páginas de guión en una semana, mecanografiado y sin tachaduras. Trumbo, después de una década de prohibiciones, continuaba en la lista negra de los estudios. A principios de los 50 había pasado un año en la cárcel porque la Comisión de Actividades Anti- norteamericanas lo marcó de comunista. Para esta película, Trumbo había elegido el seudónimo de Sam Jackson, y se puso a escribir. Faltaban actores de peso, el primer tratamiento del guión les llegó a Laurence Olivier, Charles Laughton, y Peter Ustinov. Pusieron sus condiciones, pero fueron aceptando. Se sumó Tony Curtis y Jean Simmons. David Lean fue invitado para dirigirla pero amablemente dijo que no era de su estilo. Anthony Mann aceptó y se empezó a rodar en enero de 1959 pero, según Kirk, Mann se escapaba del guión y aceptaba rápidamente las sugerencias de Ustinov o Laughton. Lo reemplazó por Stanley Kubrick, pocos creían que ese muchacho flaco y alto, de cara lampiña como un bebé, pudiera manejar una producción tan importante. Durante el rodaje, Kubrick demostró su talento, pero cuenta Kirk en su autobiografía, que al estar Trumbo prohibido, Kubrick quiso figurar como autor, diciendo a la prensa que él tuvo que improvisar muchas veces en el plató. Esta actitud desagradó de tal manera a Kirk que llamó a la Universal para que le dieran un pase a Trumbo. Y después de diez años Trumbo entró a un estudio, y se acabó la lista negra.
Dos frases quedaron en la memoria del cine, las palabras de Trumbo: “Gracias Kirk por devolverme mi nombre”. Y las de Douglas: “Kubrick, es una mierda con talento”.
“Espartaco” fue un éxito en el mundo entero. John Kennedy fue su fan número 1 y en Rusia se la vio como una alegoría de la revolución: el pueblo esclavo se levanta en armas contra el poder corrupto. “Espartaco” significó tres años de duro trabajo.
Su Mejor Película
“Los Valientes andan solos” (“Lonely are the Brave, 1962) es su mejor película, su última gran película, y su mejor actuación en su larga carrera. Llegó a ella cuando leyó una novela de vaqueros de Edward Abbey, titulada “El Cowboy Valiente”. La historia del personaje principal, llamado Jack Burns, le pareció poética y realista. Un tipo que se supera por ser alguien en la vida, pero que la sociedad le pone el pie encima. Kirk Douglas sabía quién podía escribir un guión magistral a partir de la historia novelada. De entrada, Dalton Trumbo presentó un guión perfecto. Los estudios dijeron que no era nada comercial y lo rechazaron. Solamente Universal se sumó al proyecto de Bryna Company, pero con la condición de no pasar los tres millones de dólares. Kirk se reservó el papel de Jack Burns. Gena Rowlands aceptó encantada interpretar a la esposa del amigo de Burns que se encuentra en prisión. Y Walter Matthau, al sheriff, que se obsesiona con la persecución de Burns. Se filmó en blanco y negro y el director fue David Miller, quien, según Kirk, se llevó méritos que no le correspondían.
El equipo terminó feliz con la calidad de la película. Kirk trató de persuadir a la Universal que no la lanzara abierta como un western común y corriente, pidió que tuviera las características de estreno del cine artístico. No lo escucharon y el filme tuvo una muerte rápida en las carteleras.
El papel que más quiso y nunca pudo interpretar en el cine
Kirk Douglas era apenas un muchacho que se iniciaba en las tablas de Broadway cuando al autor Ken Kesey, le compró los derechos de “One flew over the cuckoo’s nest”, traducida como “Alguien voló sobre el nido del cuco” y que después en cine fuera conocida en la Argentina como “Atrapado sin salida”. Kirk amaba el papel de Randle P. McMurphy y cada noche ponía la obra en escena, pero al público no le interesaba esa historia de locos en un loquero. Hasta sus hijos, Michael y Joel, debutaron como actores en el rol de enfermeros.
Por años, Kirk la ofreció a los estudios para hacer la película. La respuesta siempre fue la misma. Incluso la ofreció en sus viajes al extranjero, en Checoslovaquia le dio el guión a Milos Forman, pero éste tampoco le contestó. Su hijo Michael siempre le decía: “No importa, no te desprendas del proyecto”. Y un día Michael arregló con Saul Zaentz una financiación independiente para solventar el proyecto y Bryna Company estaría asociada. Claro, el papel que Kirk quiso hacer toda la vida se lo dieron a Jack Nicholson. “Atrapado sin salida”, su antiguo proyecto, ganó los 5 Premios Oscar más importantes y recaudó más de 200 millones de dólares en Estados Unidos. Nunca había ganado tanto, pero estaba triste, le habían dicho que estaba viejo para el papel.
La ternura de un hombre duro
Resulta un momento emotivo ver el fragmento de la ceremonia de entrega de los premios Oscar de 1985 cuando Kirk, con 69 años y su amigo Burt Lancaster de 72, animaron parte de la ceremonia y pasaron en la pantalla el baile que ambos hicieron en la ceremonia de 1958. Ese fue el puntapié para que los amigos volvieran a tener una película juntos. “Dos tipos duros” (“Tough Guys”), producida por Bryna, es una comedia simple pero honesta. Dos viejos ladrones que salen de la cárcel y vuelven a sus andanzas, pero ni ellos y el mundo son lo mismo. Lo extraordinario en la película es como estos dos pedazos enormes de actores se reconocían en cada mirada, como hombres, como amigos, tal vez pensando que era la última vez que el cine los reuniría. Esas miradas suceden porque los hombres duros también suelen sacar a flote los recuerdos donde aflora la ternura.