El mar en el cine

Por Jorge Luis Scherer

LA BALSA DE MEDUSA

LA BALSA DE MEDUSA

“Y allí donde van los barcos, habéis puesto al leviatán para que juegue con las aguas” Salmos

UNA INTRODUCCION EN LAS ORILLAS

Paul Gauguin dijo una vez, que “el mar es el territorio que debe atravesarse para llegar a algún sitio”. Nadie supo mejor sobre esto que los millones de inmigrantes que llegaron a nuestra América. Hoy, los sufrientes migrantes africanos que intentan llegar a Europa, deben cruzar el mítico Mediterráneo, un mar que suscita emociones con solo nombrarlo. Pero el mar, ha sido mucho más que un paso hacia un destino o la esperanza de una mejor vida. En él tuvieron lugar las mayores aventuras y misterios de la humanidad, pero también fue escenario de grandes tragedias: naufragios, incendios, tempestades y guerras que han dejado a cientos de miles de insepultos en sus profundidades.

Michelet, en su libro El Mar, transcribe las siguientes palabras de un marinero holandés: “El miedo es la primera impresión que se tiene al contemplar el mar. Allí está la gran serpiente que devora barcos y navegantes”. El arte siempre estuvo enamorado de lo mítico, mágico y misterioso que genera el mar. Desde la mitología a Homero, con Ulises navegando en busca de su destino; desde el pescador que levanta con su red una jarra desde donde sale un genio prisionero durante 400 años, contado en Las Mil y una Noches, a las fascinantes sagas escandinavas. Y el acto romántico de Percy B. Shelley, quien pereció al lanzarse a la mar y a toda vela en plena tempestad, hasta la poesía contemporánea de Derek Walcott sobre el exótico mar Caribe. Suele resultar increíble como hombres y mujeres de regiones alejadas de la mar, sueñan y hacen arte con sus aguas azules. Por eso, cada país, cada rincón del planeta , tiene sus narraciones, cantos, cuentos, pinturas y poemas sobre el mar. Sandro Botticelli, hizo en su pintura que la hermosa Venus naciera de la espuma de mar, el inglés Turner inmortalizó el barco El Temerario llegando a puerto después de una vida entre mares agitados. Hokusai, pintó La Gran Ola de Kanagawa, con el monte Fujiyama al fondo. Monet, con Impresión a la Salida del Sol, sobre el ambiente portuario en la costa francesa, inició el movimiento impresionista. Samuel Taylor Coleridge, le cantó al mar en “La balada del viejo marinero”, y Pablo Neruda lo hizo en su Oda al Mar. Dalí pintó una “Joven en la Ventana”, mirando el mar y Picasso “La pesca nocturna en Antibes. En “Ventana Abierta” de Matisse, está la playa, los botes, los pecadores, un acantilado a lo lejos,
El escritor Joseph Conrad, que llegó al grado de capitán en la marina mercante inglesa, convierte, a sus propias experiencias y las historias oídas, en narraciones y novelas de los tiempos en que los barcos dependían de los vientos, y se testimonia que el mar calmo era tan peligroso como las tempestades. Naves que soportaron largas y aplastantes calmas, de inmovilidad absoluta, estigmatizados luego como “barcos malditos”, por su olor a muerte. .Y las tempestades, que durante siglos se han visto como un castigo por no cumplir con los ritos o los mandatos de los dioses o los mayores. Robinson Crusoe se embarca desobedeciendo la voluntad paterna y su viaje termina en un naufragio. Gericault, en la famosísima pintura “La balsa del Medusa”, testimonia el naufragio de la fragata Meduse en 1816, y la atroz supervivencia de un grupo de seres en una balsa improvisada, donde los más débiles eran sacrificados para ser el alimento de los demás. Turner, el pintor del mar, en su cuadro “La nave de los esclavos”, produjo una de las denuncias más significativas de la época contra la esclavitud racial, al mostrar la desesperación de más de un centenar de hombres, mujeres y hasta niños africanos, con grilletes en sus brazos, tratando de sobrevivir en aguas embravecidas y plagadas de tiburones, luego de ser arrojados por la borda para aliviar la carga de la nave.

CHAPLIN , EL INMIGRANTE

CHAPLIN , EL INMIGRANTE

EL CINE, desde sus comienzos, ha tenido al mar como uno de sus protagonistas. Martin Scorsese es uno de los pocos casos de directores que confesaron no interesarse por temáticas marinas. Esto tiene su antecedente en un reportaje que le hizo de The Vilage Voice en 1976, cuando se le preguntó, cómo él hubiera dirigido la película de Spielberg, Tiburón, a lo que respondió: “Nunca haría una película sobre el agua”.

En el cine mudo, encontramos que una de las primeras películas importantes relacionadas con el mar, fue El Inmigrante, (1917) dirigida, escrita, y actuada por Charles Chaplin. La historia comienza a bordo de un barco con rumbo a Nueva York, allí viaja también la chica (Edna Purviance). Buster Keaton, (actor y director) también tuvo el mar como escenario en Nido de Amor de 1923. Mientras en Australia se realizó en 1916, la primera versión cinematográfica de El Motín del Bounty (The Mutiny of the Bounty). Otra rebelión en plena alta mar, fue la que dirigió el ruso Serguei Eisenstein en El Acorazado Potemkin (1925), uno de los mejores filmes de todos los tiempos. En Norteamérica, el atlético Douglas Fairbanks protagonizó en 1926 El Pirata Negro, película que abriría las puertas a un género de alta competencia comercial que se extiende hasta nuestros días, como queda demostrado con la saga de Piratas del Caribe. En el cine sonoro Fairbanks fue reemplazado en sus comienzos por Errol Flynn : El Capitán Blood(1935), y El Halcón del Mar (1940) ambas dirigidas por Michael Curtiz; luego fue Tyrone Power, con El Cisne Negro (1942) dirigida por Henry King, y en la década del 50 por el acrobático Burt Lancaster con El Pirata Hidalgo (1952), película dirigida por Robert Siodmak. El capitán Jack Sparrow, personificado por Johnny Depp, es una sumatoria de todos ellos: burlón, seductor, atlético, y hasta despiadado si es necesario.

En la década del 50, el explorador y documentalista Jacques Cousteau, de gran fama en la TV mundial, estrena para el cine El Mundo del Silencio (1956), un documental que maravilló con sus paisajes del fascinante mundo submarino. En un género muy diferente, películas como La Aventura del Poseidón (1972) de Ronald Neame, muestra la desesperación de los ocupantes de un trasatlántico, cuando la embarcación da una vuelta de campana en alta mar. Esta película sirvió como referente a la producción de Titanic, realizada varios años después.
El viejo Santiago, desde su bote de pescador se batió en duelo durante días con un pez espada, para demostrar que no era un hombre vencido. Spencer Tracy interpretó al cansado pescador, fue la primera versión que se hizo de la novela de Hemingway, “El Viejo y el Mar”, dirigida por John Sturges.

Spielberg, con Tiburón, no sólo hizo una de las mejores labores de suspenso en el cine, y una de las mejores películas de todos los tiempos, sino que también sembró miedos a los veraneantes en las playas, por un tiempo largo. Algo parecido a lo causado por Psicosis de Hitchcock, las damas, por entonces, dejaron de tomar baños bajo la ducha estando solas en la casa.
Tom Hanks, en Naúfrago, revivió momentos de Robinson Crusoe, y el director Ang Lee, recreó una historia fantástica y emocionante con La Vida de Pi, una aventura extraordinaria (2012). Disney, con Buscando a Nemo, le puso humor a la fauna marina y nos vendió hermosos peces de colores, para el disfrute de chicos y grandes.

MOBY DICK

MOBY DICK

MOBY DICK, LA BALLENA BLANCA

La secuencia que voy a narrar es una de las primeras, apenas llega a los seis minutos de duración. La precede un plano lejano del pueblo costero de Nueva Bedford, en plena actividad, allá por 1841. Una vez que la cámara se introduce en la capilla de los balleneros, comienza a recorrer en un travelling lateral, como el lento paso de una novia, los perfiles de los hombres a punto de partir al Pacífico, o a las Indias, y también descubre los rostros dolientes de mujeres y niños, muchas de ellas ya viudas y chicos huérfanos, y como fondo, una decena de lápidas con nombres de marineros perdidos en el mar de la Patagonia o de una tripulación entera desaparecida cuando una ballena gigante hizo hervir las aguas con su poder de gran leviatán. Todos cantan al Señor, están de pie y la mirada hacia lo alto, hacia el púlpito. Al fondo, pegado al púlpito, se abre una puerta que da la impresión de ser pequeña cuando aparece un hombre grueso que lo abarca todo. Lleva un saco azul de marino, porque años atrás fue un arponero de valía, pero ahora tiene reputación de santidad, y su barba de profeta de antiguo testamento sirve de marco para sus ojos sinceros, con rastros de pasados. El canto de los siervos de Dios pareciera cobrar más fuerza con la aparición del padre Mapple, quien escala hacia el púlpito por una escalera de soga propia de las naves. El púlpito, no es de piedra tallada como los de las iglesias europeas, pero es igual de duro porque es de las maderas nobles que enfrentan tempestades. Es la proa de un barco, hasta un incrédulo podría pensar que la suba de una marea lo incrustó en la pared después de atravesarla. Claro que falta el timón, en su lugar de conducción se ve una santa biblia, inmensa en tamaño y palabras. De repente, el canto cesa, y el silencio es vasto, parecido a la calma chicha que estaquea las velas. Como la voz de un trueno que proviene de una línea del horizonte, el padre Mapple inicia su sermón con la parábola bíblica de Jonás y la ballena. Jonás, el hombre que desobedeció a Dios y tuvo que ser arrojado del barco cuando huía del Supremo, porque la tempestad acabaría con todos por culpa del castigado.“Obedecer a Dios es difícil, si obedecemos a Dios debemos desobedecernos a nosotros”. La voz solemne y vibrante del padre Mapple dibuja en el aire una ola terrible que arrastra al castigo como una cadena pesada. “Alabado Señor, ahora y siempre por mi angustia y tu clemencia”. La cámara cinematográfica de John Huston recibe el sermón abajo del púlpito, y tiene en el encuadre, allá en las alturas, a Orson Welles como el padre Mapple, que es visto por todos como un semidios que hace tronar las palabras. Esta extraordinaria secuencia es como el prefacio filosófico y espiritual de una gran historia, que tendrá como escenario la batalla que librará el vengativo y herido capitán Ahab, que no teme a las fuerzas poderosas de la naturaleza y se enfrenta a la tiranía de Dios, y la temible ballena blanca, que lleva tras de sí una estela de invisibles terrores. Y como escribió N.E. Primer:”Las ballenas en el mar obedecen a la voz de Dios”.
Moby Dick, se estrenó en 1956, y el mismo John Huston confesó que fue su película más difícil, que perdía batallas tras batallas. Pensó en conspiraciones, pera al final se dio cuenta que todo era obra de Dios.

“La película como la novela- escribió Huston en sus Memorias- es una blasfemia, así que supongo que cuando Dios nos envió aquellos terribles vientos y aquellas espantosas olas estaba defendiéndose”.

Ray Bradbury, ese gran escritor de ciencia ficción que ponía a sus protagonistas en el espacio, pero que él temblaba de miedo cuando tenía que viajar en avión, trabajó junto a Huston en la adaptación de la novela de Herman Melville. Esta obra, la principal de Melville, fue publicada en 1851. Durante esa década, aparecieron muchos de los libros más importantes de la literatura norteamericana, como: Hojas de Hierba de Whitman; Hombres Representativos de Emerson; Walden de Thoreau y La Letra Escarlata de Hawthorne, entre otros. Eran los tiempos en que los escritores vivían las experiencias antes de contarlas. Melville, desde muy joven se había embarcado para cruzar los mares y ha contado que cuando era chico, su madre compraba carne de ballena en las pescaderías. Ya antes de que escribiera Moby Dick, el afamado escritor Robert L. Stevenson, había dicho:” Sólo hay dos escritores que han hablado de los mares del sur con genio y son dos americanos: Herman Melville y Charles Warren Stoddard”.

El poeta y escritor Jean Giono, que durante tres años tradujo Moby Dick y publicó su “Homenaje a Melville”, escribió que Melville le contó a su amigo y vecino Nathaniel Hawthorne, una historia, que deseaba escribir sobre una enorme ballena blanca. La había rescatado de la crónica de un marinero: “En 1810 estaba bajo el viento de la Isla de Mocha, en la costa de Chile. La atacamos más de 100 veces y siempre salió victoriosa. Saltaba a la altura de las naves. Tres balleneros ingleses desertaron. La ballena recostada en el horizonte parecía una nube. Era imposible doblar el Cabo de Hornos sin tener el deseo de atacarla. Cuando se encontraban los barcos en la mar, los capitanes se preguntaban: “Has visto a Mocha Dick”. Era imposible también, que este autor no tuviera en cuenta el famoso hundimiento del barco Essex, en 1820, por un cachalote gigante de alrededor de unos 25 metros de largo. Si bien para Melville, como luego sucedería con Joseph Conrad, escribir sobre el mar era su fuerza motora, tiene en “Bartebly”, nombre de un escribiente en una gran ciudad, uno de los mejores cuentos de la literatura universal. Y su vecino, Hawthorne, también lo hace citadino a su personaje Wakefield, que curiosamente también le da nombre al cuento, y es otro de los mejores de los escritos hasta el presente.

CAPITAN AHAB

CAPITAN AHAB

AHAB Y HUSTON CONTRA DIOS

En las noches en que el capitán Ahab caminaba solitario por la cubierta, fumando su pipa, ningún marinero podía cerrar los ojos en los hacinados camarotes El sonido de su paso era como el martilleo de un reloj gigante. De día, la pierna de Ahab se reflejaba por su blancura en las maderas y bronces. Cuando fue construida, seguramente fue él quien pidió que fuera del marfil de una mandíbula de ballena, de esa manera el odio por Moby Dick ocuparía todos los segundos de su vida. A pocos días de zarpar, Ahab, clava en el palo mayor una onza de oro española, y dice que será la recompensa para quien aviste a la ballena blanca. La moneda brilla como un sol cuando Ahab arenga a la tripulación, los obliga a comulgar contra ese Dios del mar. “La perseguiré doblando el Cabo de Buena Esperanza y el Cabo de Hornos y alrededor de las llamas del infierno, antes que renunciar a cazarla”. La tripulación con su doble porción de ron, festeja y juramenta , ahora saben que no van para extraer aceite, ámbar gris y espermaceti. Y El Pequod, tal el nombre del ballenero, recorre Las Azores, Cabo Verde, Tierras de Carrol, y todos los mares del globo. Ismael, quien es el narrador de la historia y el único sobreviviente, había dicho antes de embarcarse: “Cuando el tedio se apodera de mí, me doy cuenta que ha llegado la hora de hacerme a la mar. Esto reemplaza para mí el suicidio”. Y es el mar, donde cada uno de estos hombres se encuentra a sí mismo, como si fuera un espejo. Por eso , Melville, reúne en esa embarcación a hombres de distintas nacionalidades, razas y credos, está representada la humanidad. Y el mundo parece chico cuando Ahab en los infinitos mares se encuentra con Moby Dick. El capitán le muestra su fuego en la mirada, el leviatán se sumerge, y las aves como si fueran cómplices de los hombres, revolotean en círculo indicando el andar del animal en lo profundo. Al principio todo es silencio, pero cuando la montaña se yergue entre las olas, la batalla se hace sanguinaria, y las aguas se enrojecen por la sangre de los marinos, y la épica crece cuando Ahab, inmovilizado entre los cordeles de los arpones y recostada su espalda en el lomo del animal, clava su arma con furia hasta que Moby Dick lo lleva a las profundidades. Y los pájaros vuelven a dar círculos, y cuando emerge la bestia, el hombre muerto yace entre sogas y decenas de arpones . Y Moby Dick lo lleva atado a su cuerpo cuando golpea a El Pequod, que haciendo círculos concéntricos desaparece de la superficie. Gregory Peck, quien interpretó al capitán Ahab, tuvo que hacer las escenas de ser sumergido atado al lomo del animal, porque ese pasaje requería de primeros planos, y era imposible la utilización de un doble. La escena se hizo en un muelle y Peck era sumergido una y otra vez atado a su enemigo. Ese fue el último plano de la película, Huston pensó que el castigo final de Dios ya no lo alcanzaría. Atrás había quedado el invierno que pasaron en las islas Británicas, considerado el peor de la historia. Las dos lanchas motoras que naufragaron en Gales. La pérdida de varias ballenas construidas de madera, acero y látex, por causa de las tempestades. Todo cambió para bien cuando la producción decidió que la filmación continuara en las islas Canarias. Allí. Con carpinteros locales se construyo la gran ballena blanca de 65 metros y los botes balleneros de época.

John Huston, recibió por Moby Dick el premio al Mejor Director del Círculo de Críticos de Nueva York, aunque una parte de la crítica lo atacó injustificadamente. Solamente existen dos versiones de Moby Dick anteriores a la de Huston, y lo curioso es que en ambas John Barrymore interpreta al capitán Ahab. La primera es de 1926 y se tituló The Sea Best, y la segunda, de 1930 y dirigida por Lloyd Bacon, conservó el nombre de la novela. Las adaptaciones en las dos películas fueron sumamente libres, dado que incluyen a mujeres en papeles importantes. La famosa Dolores Costello en la de 1924 y Joan Bennett, en la estrenada cuatro años después. En los últimos años, la televisión se animó en dos realizaciones. En 1998 Patrick Steward recreó el papel de Ahad, y en 2011, una versión en dos episodios tuvo a William Hurt, como el temible capitán, Charlie Cox como Ismael y el veterano Donald Sutherland interpretando al padre Mapple. En sus últimos años como actor, el gran Vittorio Gassman recorrió varios países presentando la pieza teatral “Ulises y la Ballena Blanca”, basada en la obra de Melville. Llegó con ella al Teatro Opera de Buenos Aires en 1992, él en la piel de Ahab. “Trata de la gran locura humana, está llena de utopías”, dijo a la prensa.

CAPITAN DE MAR Y DE GUERRA

CAPITAN DE MAR Y DE GUERRA

CAPITAN DE MAR Y DE GUERRA.

El escritor inglés Patrick O´Brian, de quien se cumplen 15 años de su muerte, escribió 20 novelas históricas sobre la actuación de la Royal Navy durante las guerras napoleónicas. En realidad, estos libros son más conocidos como la serie Aubrey-Maturín, dado que sus personajes principales son el capitán de la fragata Surprise, Jack Aubrey y el cirujano de la nave y naturalista, Stephen Maturín. En un comentario en The New York Times, David Mamet ha calificado la serie de libros como “una obra maestra”. Cuando al director australiano Peter Weir, que desde hace ya muchos años trabaja en el cine norteamericano, tuvo la propuesta de trabajar en una de estas novelas, se interesó por La costa más lejana del mundo (The far side of the World), hizo que la producción comprara la fragata “Rose”, que había sido construida en Gran Bretaña en 1757 y lucho en la revolución americana. Esta nave luego sería la “Surprise”, de 28 cañones y la que saldría a la mar para interceptar el “Acherón”, la veloz fragata francesa provista de 44 cañones.

Capitán de mar y de guerra: La costa más lejana del mundo(2003), es una gran realización en todos sus rubros técnicos y artísticos, y esto en la mano maestra de Weir se convirtió en una gran película. Russell Crowe, como el capitán Aubrey y Paul Bettany como su amigo el doctor Maturín, encabezan un elenco exclusivo de hombres, como Moby Dick de Huston. Los combates entre barcos, fotografiados magistralmente por Russell Boyd, y el trabajo de compaginación del sonido, le dan un realismo inusitado para este tipo de filmes.

La historia se inicia en 1805 en la costa norte de Brasil. El “Surprise” se encuentra envuelto en una niebla espesa. Un guardiamarina le pareció distinguir una vela en la lejanía, pero duda, recorre la niebla con su catalejo pero nada aparece, no sabe si debe dar la alarma cuando todos reposan. Un joven teniente lo ayuda a tomar la decisión y ponen en pie a toda la tripulación. El capitán no ve nada, pero cuando ya quedaba como una falsa alarma, el capitán Aubrey, presiente algo, vuelve al catalejo y ve dos fogonazos. Las descargas del “Acherón” van a causar muchas víctimas y destrozos, pero la misma niebla que les jugó en contra, les servirá para salvarse. Ese primer y trágico encuentro con el barco enemigo, dará lugar a un enfrentamiento ideológico y filosófico entre el capitán y el amigo cirujano, quien durante horas cortó brazos y piernas. El doctor le aconseja regresar a Inglaterra, pero el capitán herido en su orgullo, habla del deber, y piensa reparar la nave y salir a perseguir al barco francés.

La locura lo lleva a ir hacia el sur, doblar el Cabo de Hornos con terribles tempestades y fríos helados. Los marineros murmuran, se teme un motín. El capitán le dice al doctor que sin disciplina se pierde el respeto. “Hasta en la naturaleza hay jerarquías”, asevera. El médico le responde: “En la naturaleza no existe la humillación”. Un viejo marinero cita entre sus compañeros la leyenda bíblica de Jonás y la Ballena, y creen que el guardiamarina Hollom, el que dudó sobre la vela enemiga en la niebla, el que no ayudó a un compañero marinero y pereció ahogado, es el Jonás de la desgracia en la nave. Y después de los vientos huracanados del sur, subiendo hacia el norte por el Pacífico, vino la peligrosa calma, las aguas quietas, la falta de brisas para mover el velamen, el sol inamovible sobre la cabeza de los hombres. Y se volvió a pensar en el Jonás que está entre ellos. Una noche, el señor Hollom, abrazado a una bala de cañón se arroja al mar. Al día siguiente, volvió el viento y la nave siguió su camino detrás del “Acherón”. El doctor vivirá sus días más extraordinarios en una visita a las Islas Galápago, y el capitán vencerá, mediante una estratagema, a la poderosa fragata gala. Con el mar como escenario, ambos amigos volverán al cello y el violín para ejecutar piezas de J. S. Bach, Corelli y Mozart.

Hay quienes aseveran que el personaje del capitán Jack Aubrey ha sido inspirado en la vida y las hazañas del marino escocés lord Thomas Cochrane, en su recorrida guerrera por las costas de Sud América. En lo que hace al tema ideológico político, británicos versus franceses, nunca se expone el odio y cuando se aborda la nave enemiga, única vez que se ven los marinos franceses, la lucha cuerpo a cuerpo tiene el mismo tratamiento de valentía y crueldad para ambos contendientes. Hay que destacarlo porque no es un tema fácil de encontrar en el cine.

BILLY BUDD

BILLY BUDD

UN DILEMA MORAL: LEY O JUSTICIA

Billy Budd, es el título original de la mal titulada en castellano La Fragata Infernal. Fue dirigida por el extraordinario actor inglés Peter Ustinov, estrenada en 1962, y está basada en una novela corta de Herman Melville. Simplemente, es una película maravillosa.

La historia nos remite nuevamente a las guerras napoleónicas. Es el año 1797, cuando la fragata de guerra Avenger, de la marina real inglesa, recibe instrucciones de reforzar a la escuadra británica en las costas de España. En su trayecto, el Avenger incorpora de un barco mercante a un marinero adolescente de nombre Billy Budd, quien en poco tiempo, debido a su gracia e inocencia, se gana el cariño de sus compañeros, e incluso de oficiales y hasta del capitán Edwin Vere (Peter Uustinov). Es aquí donde aparece el siniestro maestro de armas John Claggart, interpretado magníficamente por Robert Ryan, para acosar y destruir a este mensajero del bien y la alegría, quien en un acto de ira que no le era propio, golpea al contramaestre con tan mala suerte que muere. La oficialidad deberá juzgar a Billy Budd (protagonizado por Terence Stamp, en su debut cinematográfico). El capitán y los oficiales conocen la ley y su castigo por matar a un superior, pero prefieren hablar de justicia. Claggart, es el mal y Billy el bien, nadie lo duda. Pero el dilema moral crece cuando los articulados de la Royan Navy son definitorios, y ellos son oficiales y están para respetar la ley.

A la precisión y contundencia del guión, hay que agregarle la estupenda fotografía en blanco y negro de Robert Krasker, y el sutil manejo de los espacios en la embarcación. En este filme hay ausencia total de personajes femeninos, en Capitán de Mar y de Guerra, hay un pasaje en que unos nativos se acercan a la nave y entre ellos hay una mujer que sonríe al capitán, y en Moby Dick se ven mujeres en la iglesia antes de la partida de la nave.

MOTIN A BORDO

Los antiguos libros de bitácora y las crónicas siempre destacan la proximidad de un motín. Por eso eran sumamente severos los reglamentos en las diferentes marinas de guerra. Sucede que la disciplina solía convertirse en maltrato, y a esto sumado las inclemencias del tiempo, la falta de comida y muchas veces hasta de agua, formaban un caldo propicio para la rebelión. La fragata H.M.S.
Bounty de la armada británica, sufrió en 1789, uno de los motines más resonantes de la época. La mayor parte de la tripulación estuvo de acuerdo con rebelarse al tiránico capitán William Bligh, incluso su segundo en el mando el oficial Fletcher Christian, quien luego quedaría como capitán de la nave. Este hecho histórico, generó una decena de libros, incluso la autobiografía que escribió el capitan William Bligh, quien al ser bajado de la fragata y puesto en un bote con algunos de sus seguidores más cercanos , una bolsa de alimentos y agua , recorrió durante 47 días alrededor de 4 mil millas naúticas en ese bote de remo a través del Pacífico, hasta llegar a Timor. Una verdadera proeza. Bligh, hizo su descargo, llegó a vicealmirante en la Royal Navy y fue gobernador de la Nueva Gales del Sur en Australia.
Los marinos rebeldes se asentaron en Tahití, luego Fletcher con su esposa aborigen Maimiti partió hacia las islas Pitcairn. Nunca fue encontrado. Dicen que murió en esa isla a los 29 años, hasta hubo conclusiones de que pudo regresar a Londres.

LAS VERSIONES CINEMATOGRÁFICAS

Como se señaló al comienzo, la primera adaptación de la historia se hizo en Australia en 1916, en pleno período del cine mudo. El director fue Raymond Longford, un inglés que se convirtió en el más importante realizador en ese país durante la época silente.. Las dificultades financieras terminaron con sus proyectos de cineasta, y terminó sus días trabajando como sereno en el puerto de Sydney. Y fue también en Australia que se realizó la primera sonora, con el debut en cine de Errol Flynn,( de origen australiano para sorpresa de muchos). El filme se tituló “In the wake of the Bounty” (1933), Flynn interpretó a Fletcher Christian y el británico Mayne Lynton al capitán.

Motín a Bordo (Muttiny of the Mounty) -1935-dirigida por Frank Lloyd, fue la siguiente producción. Charles Laughton como el capitán, consigue una interpretación excelente, y se destaca también la actuación de Clark Gable en el papel de Fletcher. Una muy buena realización que no ha envejecido a pesar de los años.

BRANDO SE APODERA DEL BOUNTY. La siguiente versión es 1962 y fue realizada por el prestigioso Lewis Milestone. Marlon Brando, en el papel de Fletcher, era aquí la figura de peso, si bien para interpretar al capitán se había recurrido a Trevor Howard, afamado en su Gran Bretaña por sus trabajos en títulos como Breve Encuentro o El Tercer Hombre. Parece que los dos actores tuvieron sus diferencias desde un comienzo, algo que seguramente no habrá molestado demasiado al director, dado que los personajes debían estar en conflicto permanente.

En este caso, la película tiene un narrador, que es el horticultor de la expedición, interpretado por Richard Haydn. Si bien la misión del Bounty requería viajar a Tahiti y luego trasladar un árbol de pan a Jamaica, es de destacar la presencia de científicos (botánicos, antropólogos, naturalistas, etc) que tenían estas embarcaciones. En Capitán de Mar y de Guerra, es un naturalista. En el Bounty el conflicto ,entre la tripulación y el capitán, termina de estallar cuando el capitán hace un racionamiento estricto del agua destinada a los marineros, porque se necesita para la sobrevivencia de las plantas del árbol del pan y otras especies.

Cuando filmaron en Tahití, Brando conoció a la bella lugareña de nombre Tarita, de 19 años, quien había sido seleccionada en el casting para interpretar a la pareja aborigen de Fletcher en la isla. Poco después la convertiría en su tercera esposa y tendría dos hijos, Simón y la hermosa Cheyenne, nacida en Tahití, quien se suicidó a los 25 años.

La última versión cinematográfica llevó el título The Bounty y se estrenó en 1984. La dirección fue de Roger Donalson, y contó con un elenco extraordinario, encabezado por Anthony Hopkins en el papel del capitán y Mel Gibson en el del Fletcher. En el resto del elenco, nada menos que Laurence Olivier, Daniel Day-Lewis y Liam Neeson.

MOTIN A BORDO

MOTIN A BORDO

CURIOSIDADES MARINAS:TRUMAN, UN PIANISTA Y FELLINI

Christof (Ed Harris), el dios de la nueva era del reality, fabrica una despiadada tempestad cuando Truman (Jim Carrey) intenta huir del mundo ficticio que le fue creado y en que estuvo toda su vida. Un mar embravecido, con vientos, rayos y centellas, lo hacen naufragar en ese enorme pilotón con los colores del océano, para que desista del abandono a millones de televidentes y sobre todo al imperio del gran negocio televisivo. En este notable filme de Peter Weir, The Truman Show (1998), el cine enjuicia a la televisión, un pariente bastante cercano. Y Giuseppe Tornatore, en La Leyenda de 1900, también conocida- según su traducción literal- como La Leyenda del pianista en el océano (1998), nos presenta a un ser, que no pertenece a la fauna marina, pero que vivió toda su vida en el mar, que nunca pisó tierra. Nació en un barco, acompañó a miles de inmigrantes europeos que viajaban a los Estados Unidos, de un lado del Atlántico al otro, cientos de veces durante decenas de años. De manera casi mágica, encontró su talento natural por la música, y se convirtió en el pianista de abordo. Pero llegó un tiempo, en que el buque terminó su carrera útil y debía ser dinamitado antes del desguase. El pianista de 1900, no quiso abandonar el mar, prefirió morir con el buque.

Y la nave va (1983), otro ingenioso delirio de Federico Fellini. Ese trasatlántico fastuoso, repleto de ricos, de musas que cantan óperas de Verdi y Puccini, viaja por el Adriático rumbo a la isla de Erimo. Pero el gigantesco buque y las aguas azules del mar, no dejan de ser ingeniosos decorados, telas que se mueven para dar la sensación de la aventura marítima. La labor del diseñador de producción Dante Ferretti, es descomunal. El carácter imaginativo del cine, en la naturaleza del Gran Federico.

Y LA NAVE VA

Y LA NAVE VA

Artículo realizado por Jorge Luis Scherer para Ultracine.

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