Por Jorge Luis Scherer.
Es una lástima que en nuestro medio se prefiera repetir títulos, (“Agenda secreta” se llamó aquí a la película de Ken Loach de 1990) en lugar de aproximarse, en esta nueva película de origen alemán, a la traducción del potente y esclarecedor título original, “Der Staat Gegen Fritz Bauer”, que sería: “El Estado contra Fritz Bauer”, interpretando al Estado como el “poder político”. En Norteamérica prefirieron ampliar a uno de los oponentes: “The people vs. Fritz Bauer”. Pero al menos rescataron del olvido el nombre propio de aquel fiscal general de Alemania en Hesse que fue clave para la realización de los procesos de Auschwitz largos años después de finalizada la guerra y para la captura del genocida Adolf Eichmann.
“Agenda Secreta” (2015) fue dirigida por Lars Kraume (43), un cineasta sin antecedentes en filmes políticos pero al igual que su colega el director italiano Giulio Ricciarelli, de quién se estrenó el año pasado “Laberinto de Mentiras (2015) centrado en los históricos juicios de Frankfurt, han demostrado saber convertir genuinos hechos dramáticos del pasado reciente en verdaderos thrillers políticos donde lo emocionante, el suspenso o la intriga no tapa la reflexión. La escuela del maestro griego Costa Gavra, artífice de obras cumbres dentro del género, tiene aquí sus seguidores.
Una vez finalizada la Segunda Guerra y hasta los primeros años de la década del 60 hubo en muchos estamentos de Alemania una conspiración para encubrir los crímenes nazis, donde estuvieron involucrados miembros del gobierno, fiscales, jueces, altas personalidades e instituciones. El ocultamiento de la verdad fue tan grande que los jóvenes alemanes en la década del 60 desconocían que significaba Auschwitz y la existencia de campos de exterminio. Los juicios de Frankfurt (1958-1962) y fundamentalmente los procesos de Auschwitz, seis juicios celebrados entre 1963 y 1968, contra 27 responsables del campo, hicieron que la juventud alemana preguntara: ¿Qué hiciste papá en la guerra? Bauer sabía que sin la verdad no se podía llegar a tener una nueva Alemania. El famoso juicio de Nuremberg no había sido suficiente. Solamente juzgó a 210 criminales de los 5.000 que tenía planeado. Nunca se llegó a una verdadera política de desnazificación. Se dice que en Baviera casi la totalidad de los jueces tenía un pasado nazi. Hasta un político importante, que después llegó a ser canciller de Alemania, había dicho en los años 50 que era “demasiado pronto para hacer un juicio moral sobre el nazismo”.
Los caminos del filme
“Agenda Secreta” muestra los esfuerzos de un hombre que busca la reconstrucción de una nación a través de la verdad, y ve en la justicia el único camino. Se dijo que su accionar era por venganza, debido a su origen judío y por haber padecido en un campo de concentración. Al sentir a diario la forma en que la sociedad reprimía su pasado y la desconfianza que le despertaba el sistema judicial alemán y la policía, Bauer tuvo que recurrir al Servicio Secreto Israelí, el Mossad, cuando un sobreviviente de un campo de concentración que vivía en Argentina le envió una carta dándole datos precisos de la residencia de Adolf Eichmann en las inmediaciones de la ciudad de Buenos Aires. El Mossad no dudó. El reconocido cazador de nazis Simón Wiesenthal ya sabía desde 1952 que Eichmann estaba en la Argentina. Tampoco dudó Bauer sobre a quién le debía informar sobre el hallazgo del criminal. Si recurría a la justicia alemana Eichmann sería alertado y se perderían los rastros como en el caso de Josef Mengele, que llegó a la Argentina en 1949 y huyó a Paraguay diez años después, cuando la organización protectora, le avisó que le estaban pisando los talones. Su muerte se produjo en Brasil en 1979, en plena libertad.
Otro de los caminos interesantes del filme es sobre los procesos de Auschwitz. La obediencia debida, esa maldita opción de que uno “cumple órdenes de sus superiores”, hizo que las condenas fueran relativamente leves, dado que los inculpados fueron juzgados por complicidad. De cualquier manera, Bauer produjo la discusión pública sobre el holocausto.
El veterano actor germano Burghart Klaubner (66) -recordado por su papel del pastor en “La Cinta Blanca” (2009) de Michael Haneke, en “Yella” (2006) de Christian Petzold o la reciente “El puente de los espías” (2015) de Spielberg- interpreta a Fritz Bauer en “Agenda Secreta”. “Laberinto de Mentiras” de Ricciarelli tiene muchos puntos de contacto con esta nueva película, si bien la figura central es un fiscal joven de nombre Johann Radmann, en un plano de importancia aparece Fritz Bauer, como el responsable de llevar a juicio a una veintena de ex SS. Bauer, en ese filme, es interpretado por Gert Voss, quien falleció antes de que la película se estrenara.
Bauer, Eichmann y Hannah Arendt
Fritz Bauer murió a finales de 1968. Lo encontraron en la bañera. El forense, Joachim Gerchow, escribió suicidio aunque no hubo autopsia. Se dijo que tomó somníferos en exceso. Fue incinerado sin mayor demora y luego toda la documentación sobre su muerte desapareció en el incendio de un archivo judicial en Frankfurt. Hasta su muerte ocupó el puesto de fiscal general del Estado Federal de Hesse, al que había sido nombrado en 1956. Pero antes de ejercer esa función había sido, en 1952, el acusador del llamado Proceso Remer contra el general nazi Otto Ernst Remer, quien tachaba de traidores a la patria a los organizadores del atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944. Gracias al accionar de Bauer los nombres de los que no creyeron en la obediencia debida fueron rehabilitados y Remer fue condenado a tres meses de prisión, que nunca cumplió porque huyó a España.
Bauer fue uno de los hombres más insultados en la Alemania de posguerra. Durante los procesos, los guardias solían hacer saludos militares a los inculpados mientras que el acusador Bauer recibía el mote de traidor. Pese a todo, fundó en 1961 la Humanistische Union, una organización de derechos humanos para una nueva Alemania.
En su lucha como desnazificador intentó publicar folletos para estudiantes que explicaran el origen del nazismo. En 1962, es decir a 17 años de finalizada la guerra, el Ministerio de Cultura le respondió que no había pasado tiempo suficiente para esclarecer el pasado. Bauer distinguía tres sujetos en el origen del nazismo: los que propugnaban ideas y actitudes; los autoritarios y crueles, educados en el militarismo prusiano; y por último la gran masa de obedientes y conformistas.
Adolf Eichmann, el hombre que de soldado raso de las SS en 1932 llegó a coronel en 1945, manejó en forma implacable la logística de las deportaciones de millones de judíos con destino a campos de concentración y de exterminio. Al finalizar la guerra se ocultó en la misma Alemania y con ayuda de un fraile franciscano fascista consiguió una visa para radicarse en Argentina con el nombre falso de Ricardo Klement. Trabajó en varias empresas. Cuando fue apresado era empleado de Mercedes Benz. Por entonces vivía en Garibaldi 14, de la localidad de San Fernando. En la película M de Fritz Lang, es un ciego el que descubre al asesino de criaturas, al identificarlo por silbar una melodía de Grieg. El vecino de Ricardo Klement también era ciego pero su hija, que tenía una relación de amistad con el hijo de su vecino, le contaba cosas. El ciego fue armando el rompecabezas hasta que una vez seguro le escribió a Fritz Bauer. Un comando del Mossad lo secuestró en plena calle. Hubo una espera de ocho días para que un avión de la aerolínea israelí El Al llegara a Ezeiza y lo subieran medio adormecido para no despertar sospechas.
El cine se ha ocupado bastante de Adolf Eichmann. “La casa de la calle Garibaldi” (1979) fue un telefilme realizado por Peter Collinson, basado en el libro homónimo de Isser Harel. En 1996 se volvería a la historia del secuestro de Eichmann, en “El hombre que capturó a Eichmann”, dirigida por William A. Graham, y escrita por Peter Malkin, quien además de ser el autor del libro, fue el agente que lo detuvo en plena calle apenas Eichmann descendiera de un colectivo en San Fernando. La película fue filmada en Buenos Aires y Robert Duvall interpretó a Eichmann, mientras Arliss Howard el del agente de inteligencia Peter Malkin. Vale recordar que tiempo después de la captura de Eichmann la casa de la calle Garibaldi se convirtió en un centro turístico, especialmente para extranjeros, lo que llevó a los hijos del jerarca nazi a demolerla en 2001. Entre las películas más recientes está “Eichmann” (2007) de Robert Young, y una dramatización que se realizó el año pasado sobre el juicio en Jerusalén en 1961, con imágenes documentales, titulado “The Eichmann Show”, bajo la dirección de Paul Andrew Williams.
En 2012, la realizadora Margarethe von Trotta estrenó “Hannah Arendt”, una película comprometida sobre uno de los acontecimientos más polémicos generados por la influyente filósofa política, de origen judío-alemán. Barbara Sukowa. En una interpretación sobresaliente en el papel de quien fuera la discípula de Martin Heidegger, el máximo exponente de la filosofía existencialista viaja a Jerusalén para hacer la cobertura del juicio a Eichmann para The New Yorker. El juicio se inicia en 1961, y se le acusa a Eichmann de genocidio contra el pueblo judío y crímenes contra la humanidad. Finalizado el juicio es ahorcado.
La polémica que desata Hannah Arendt cobra mayor fuerza cuando publica su libro: “Eichmann en Jerusalén”, un informe sobre la banalidad del mal. La descripción de las sesiones del juicio no resulta de tanto interés como el análisis del individuo Eichmann que hace Arendt. Su pensamiento filosófico sobre la complejidad humana la lleva a determinar que Eichmann era un burócrata profesional, mediocre, un hombre ordinario, sin sentimientos sobre sus actos, un simple engranaje dentro del sistema que cumplía órdenes sin reflexionar. El gran mal fue cometido por un “Don Nadie”, la banalidad del mal. Lo cierto es que Arendt nunca justificó a estos individuos y sus criminales acciones pero decía que Eichmann no era un monstruo. Fritz Bauer en su teoría sobre el origen del nazismo hablaba sobre el peligro que representan en las sociedades los obedientes y conformistas.