Por Jorge Luis Scherer.
“45 Años” (2015), la realización del británico Andrew Haigh, sin fecha de estreno en la Argentina, vuelve a confirmar aquel aforismo de Albert Camus, ese gran conocedor de la condición humana, cuando aseveraba que “en definitiva, somos un montoncito de secretos”.
¿Cuánto puede conocerse una pareja aunque hayan compartido una cama durante 45 años? Algunos recuerdos suelen ser tan potentes como los sueños y por varias razones se quedan en uno hasta que la muerte los pasa al olvido. Geoff Mercer, uno de los protagonistas de esta historia, va a recibir en su vejez los fantasmas del pasado, y un matrimonio sereno, de varias décadas, se pondrá frágil como un cristal.
Basada en el cuento “In Another Country”, de David Constantine, la sutil narración de Andrew Haigh nos remonta a los cinco días previos para que Kate (Charlotte Rampling) y Geoff Mercer (Tom Courtenay) celebren junto a sus amigos el 45 aniversario de boda. Viven al este de Inglaterra, en una bucólica localidad del condado de Norfolk, con caminos de tierra y arboledas de álamos plateados. No se cuestionan el no haber tenido hijos y tampoco que cada día sea casi igual al anterior. La vida de ambos transcurre en una rutina apacible. Saben que están envejeciendo y se acarician con manos y palabras tratando de sentir los instantes en profundidad. Cada mañana, Kate pasea a su viejo ovejero alemán, que por momentos intenta dar señales de fortaleza con sus ladridos cavernosos que traspasan la espesa niebla. Geoff, a esas horas, prefiere escuchar música o leer. Pero esa mañana, faltando cinco días para el 45 aniversario, llegó una carta que lo iba a cambiar todo. Cuando Kate colgó su abrigo y la correa del perro, vio a un Geoff ensimismado, no levantaba la cara, porque algo lo había golpeado desde adentro, de su lugar más profundo. Geoff evitó los ojos de Kate pero le contó que en un glaciar de los Alpes suizos habían encontrado el cuerpo congelado de Katya, su primer amor, muerta hacía 50 años, cuando ambos escalaban una montaña y la joven cayó en una grieta y nunca más se supo de ella.
Kate era demasiado joven cuando Geoff le contó por primera vez sobre esa historia de amor y allí quedó sepultada, sin imaginarse que el pasado puede ser muy poderoso, que nada muere definitivamente. Los comportamientos extraños de su compañero la alertaron. Geoff se aisló del mundo, volvió a fumar y Kate lo vio por las noches revisar cosas en el altillo. En ese desván, lleno de trastos viejos, Kate encontró un cuaderno de viaje de los malogrados amantes, varias fotos de ella, pero una en especial hizo que sus ojos se nublen y no pueda seguir mirando. Y se da cuenta entonces que en su casa no hay fotos en las paredes, que le hubiera gustado tener fotos de hijos y de nietos. Geoff le dice que no pueden enojarse por algo que sucedió antes de que se conocieran pero Kate sabe que no es así porque siente que la muerta ha estado viviendo con ellos durante 45 años. Sospecha que su marido tomó las mismas decisiones que ella hubiera tomado: elegir dónde vacacionar, qué libro leer, la música, y piensa que la vida breve que tuvo Geoff con aquella novia fue mucho más apasionante que la que ellos compartieron durante casi cinco décadas.
Mientras Kate duda ahora del hombre que le dio confianza para cada paso que fue dando en la vida, Geoff ve en el espejo su cara vieja y su cuerpo decrépito y piensa en la joven Katya, intacta, dentro de una masa de hielo, hermosa, aún con sus cabellos negros.
Geoff no viajará a Suiza para reconocer el cuerpo en aquella montaña helada que sirvió de sepulcro, Kate queda aliviada. Conversan como nunca lo habían hecho, y se prometen un nuevo día. Llega la fecha elegida: la del aniversario. En la fiesta, Geoff dice públicamente que la ama, bailan el primer tema, aquel que puso sensuales los cuerpos jóvenes 45 años atrás. Son Los Plateros con “Smoke gets in your eyes” pero Kate no puede dejar de pensar que Katya está entre ellos. Y se siente desolada.
Actuaciones memorables
Solamente dos grandes actores pueden hacer que el espectador aprecie esos movimientos apenas perceptibles, al gesto lleno de sutilezas, o las emociones contenidas, en una película de alta calidad artística como es “45 Años”. Charlotte Rampling (70), uno de los bellos rostros de “La caída de los dioses” (1969) de Visconti, aquel mito erótico en “Portero de Noche” (1974) de Liliana Cavani, y la extraordinaria intérprete de “Bajo la Arena” (2001), de Francois Ozon, otra película que habla de la desolación.
Tom Courtenay (79), nacido en Inglaterra, como Rampling, es lo que se dice un hombre de teatro, aunque entre sus 29 créditos cinematográficos se destacan actuaciones del más alto nivel como “La soledad del corredor de fondo” (1962) de Tony Richardson, que fue su debut en el cine, y lo hizo por la puerta grande. En esa década de los 60 se destacaría en “Rey y Patria” (1964) de Joseph Losey, trabajando junto a Dick Bogarde, y al año siguiente vendría la monumental “Doctor Zhivago” de David Lean. En 1983, va a compartir cartel con otro peso pesado de la escena, Albert Finney, en la mejor versión de “El Vestidor” -dirigida por Peter Yates- realizada hasta ahora.
Los autores
El realizador británico Andrew Haigh (42) es muy joven en esta actividad pero con “45 años” ha demostrado una gran madurez. Ya en “Weekend” (2011), su segunda película, había llamado la atención del público, colegas y críticos por la profundidad y seriedad en una película gay, donde dos hombres se conocen un fin de semana, se aman intensamente y se enamoran.
David Constantine (72), también inglés, de un parecido extraordinario con Courtenay, es el autor del cuento “In Another Country”, que luego fue adaptado por el director Haigh. Constantine, es fundamentalmente un escritor de ficción, poeta, traductor y crítico. No es de los escritores más afamados pero “45 Years” hizo que sus libros vuelvan a editarse.
Premios y nominaciones
Los reconocimientos son siempre importantes aunque suelen cometerse muchas injusticias. En esta última edición de los premios Oscar, “45 Años” fue olvidada en las nominaciones como mejor película, aunque Charlotte Rampling, aunque no ganara, al menos estuvo entre las cinco seleccionadas como mejor actriz. El año pasado, Rampling y Courtenay se habían alzado con el Oso de Plata en el Festival de Berlín por sus actuaciones en este filme, que estuvo nominado al Oso de Oro. En los premios del cine británico, BAFTA, “45 Años” tuvo nominaciones a la mejor película y también para su director.
Rebeca y los fantasmas del pasado
“Rebeca” (1940) de Alfred Hitchcock, adaptación de la novela homónima de Daphne du Maurier, es un ejemplo elocuente sobre cómo puede incidir en las personas la presencia del pasado, aunque en este caso se trate de una película de suspenso. En esta historia, el viudo millonario Maximiliam de Winter (Laurence Olivier) vuelve a casarse, y lo hace con una jovencita (Joan Fontaine), que al ir a vivir a la mansión Manderley, donde habitan todos los recuerdos de Rebeca, y el ama de llaves, la señora Danvers (Judith Anderson) se los recuerda a cada instante. Su personalidad va siendo disminuida hasta quedar casi aniquilada. En toda la película, como en la novela, la nueva esposa no tiene nombre propio, es llamada simplemente “señora de Winter”.