Victor Frankenstein: el rival de Dios

Por Jorge Luis Scherer

En los próximos días, se estrenará una nueva versión basada en la célebre novela de Mary Shelley, que dio origen al género de ciencia ficción, de terror gótico. Desde el primer Frankenstein, realizado en 1910 por la productora de Edison, fueron llevadas al cine más de 60 versiones, y otras tantas para la televisión, lo cierto es que en la gran mayoría de ellas, la historia, donde subyace un profundo planteo moral, ha sufrido un sinnúmero de tergiversaciones. Víctor Frankenstein es el título de esta nueva adaptación llevada al cine por el escocés Paul McGuigan, con las interpretaciones de James McAvoy, como el científico Frankenstein y Daniel Radcliffe, en el papel de su ayudante Igor, personaje inexistente en la novela, pero que el cine supo darle vida.

LA PESADILLA DE UNA NOCHE

Ella, con apenas 19 años, se sintió en desventaja, cuando a dos de los poetas más importantes de Inglaterra se les ocurrió que esa noche, de rayos y centellas, debían escribir una historia de aparecidos, de fantasmas, como en los antiguos cuentos alemanes que habían leído horas antes. Mary Shelley, había llegado a Suiza con su amado esposo, el poeta Percy B. Shelley, en un verano tormentoso, de lluvias torrenciales. La joven pertenecía a una familia tradicional, pero no le importó cuando a los 16 años decidió fugarse con este enamorador de oídos, que no sólo era ateo y creyente del amor libre, sino que tenía una esposa. La influencia de esos primeros tiempos del movimiento romántico, que hacía prevalecer los sentimientos y la imaginación ante la rígida razón, creaba esos aires de libertad, que no eran tan propios para una mujer, pero Mary los sentía. En Suiza, se alojaron en Villa Diodati, y el castillo del gran poeta, Lord Byron, se convirtió en el lugar ideal para las largas conversaciones sobre la naturaleza y el origen de la vida, mientras los ventanales se iluminaban por las descargas eléctricas. Mary, era una entusiasta de esas charlas inquietantes, en la que también intervenía John Polidori, el médico personal de Byron. ¿De qué conversaban?: de la medicina enfrentada con la religión, del robo de cadáveres en las morgues y de tumbas abiertas en los cementerios, del tráfico de cuerpos para la experimentación, y de los anatomistas, que abrían los cadáveres, como los cerdos en el mercado, a plena vista del público. Nombraban las teorías de Erasmus Darwin, el abuelo paterno de Charles, fisiólogo, naturalista, uno de los primeros defensores del evolucionismo, también se referían a las investigaciones del médico James Lind, que fue tutor de Percy para las materias científicas en la escuela, pero muy especialmente se hablaba de Luigi Galvani, el físico y fisiógo italiano, fallecido cuando terminaba el siglo XVIII. Galvani entusiasmaba porque sus estudios le permitieron descifrar la naturaleza eléctrica del impulso nervioso. Mary, estaba fascinada con las teorías del galvanismo, que ya eran muy difundidas en ese nuevo siglo XIX. Ranas y otros animales muertos saltaban por los aires, debido a las contracciones musculares, cuando se les aplicaba corriente eléctrica a la médula espinal. “Tal vez se llegaría a reanimar un cadáver humano”, se dijo esa noche.

Horas después, cuando el reposo dominaba, Mary, sintió que la imaginación, como si fuera un don externo, se apoderó de ella, y la fue conduciendo, poniendo en su cabeza imágenes fantasmales que traspasaban los límites del ensueño. Vio el horror, cuando un hombre muerto daba señales de vida por la acción de una máquina poderosa. “Me resultaba terrible esa tentativa humana para remedar al creador”, escribió Mary Shelley, en el prefacio del libro que publicaría dos años después. Quiso olvidarse de las alucinaciones de esa noche, pero algo más fuerte en su interior la iba a convertir en la iniciadora del género. Pensó en que aquello que la había horrorizado, podía aterrar a los demás. Al principio, creyó que unas pocas páginas serían suficientes para la historia que estaba pergeñando, pero su esposo la instó a que la desarrollara con mayor amplitud, que creara personajes. Y así fue, tardo casi dos años de trabajo para infundir vida a ese cuerpo inanimado, para luego darle muerte junto a su creador.

Frankenstein o el Moderno Prometeo, fue publicado en 1818, cuando Mary tenía 21 años. El subtítulo tiene que ver con la leyenda de Prometeo, que le arrebata a la Divinidad el fuego sagrado de la vida. Frankenstein intenta rivalizar en poder con Dios. Esta gran obra de terror gótico, se considera la primera novela del género de ciencia ficción.

En los años siguientes, la vida de Mary Shelley estuvo signada por hechos dramáticos. Después del suicidio de la primera mujer de Percy, pudieron casarse y tuvieron cuatro hijos, pero solamente el último sobrevivió. Pero 1822, cuando se encontraban en Italia, fue fatídico.

El cielo se puso negro en la Bahía de La Spezia, que fue azotada con furia por una tormenta que elevó las olas a unas alturas que sacaban del rumbo a los navegantes más avezados. Percy Bysshe Shelley, se encontraba en la mar con su velero, y murió ahogado. Faltaba un mes para que cumpliera 30 años. El cuerpo fue recuperado, cuando la calma se extendió como un lecho en la bahía. Percy, fue cremado en una playa, pero antes que la pira se encendiera, su amada Mary, hizo que le sacaran el corazón. Lo envolvió en las hojas de uno de los últimos poemas que había escrito su Percy, y lo llevó con ella hasta el día de su propia muerte. Fue enterrada con el corazón de su amado.

EL MONSTRUO QUE QUISO SER FELIZ

Como el jorobado Quasimodo, de la obra de Víctor Hugo, la enamorada Bestia de Cocteau, El hombre elefante, histórica verídica que filmó David Lynch, y miles de freaks y deformes que pisan este planeta, el Monstruo, también llamada la Criatura, creación del patético orgullo del científico Víctor Frankenstein, quiere ser feliz.

El Monstruo aprecia la luz del sol y disfruta cuando los árboles se ponen floridos. Este Ser es el resultado de más de dos años de trabajo de Víctor Frankenstein, el objetivo era infundir vida a un cuerpo inanimado, y lo consigue. “Contemplé al mísero monstruo que había creado. Ningún mortal podría soportar el horror de ese semblante. Una momia vuelta a la vida no sería tan horrenda”, dice Frankenstein al ver su obra.

Mary Shelley, nos cuenta en su novela epistolar, que el Monstruo demuestra ser elocuente y tiene capacidad de persuasión, nutre su espíritu con elevados pensamientos, pero nadie tiene intenciones de amarlo por sus cualidades, no pueden perdonarle sus deformidades.

El ermitaño ciego, es el único que lo admite y comprende. Y la deformidad lo arrima a la soledad, cree que fue un inocente iluso, y él se dice:”Me atreví a ser feliz”. Pero aún le queda un recurso, le ruega a Frankentein, su creador, el hombre que se sintió Dios, para que pueda darle vida a una compañera con quien pueda vivir, le promete que si lo hace se alejará de los lugares donde habitan los hombres. “Nunca crearé otro monstruo”, es la respuesta.

“Si no puedo inspirar amor, provocaré odio”, dice el Monstruo con dolor y furia. Como he de respetar a los hombres cuando soy despreciado y odiado. El Monstruo, sabe que el crimen lo rebajaría a la situación del más vil de los animales, pero decide ese camino. Asesina a todos los seres queridos de Víctor Frankenstein, parientes, amigos y hasta a la bella Elizabeth, la novia de su creador, y elige la noche de bodas. “Puede creerse que yo fuera el único criminal, cuando todo el género humano pecaba contra mí”.

Víctor Frankenstein, el Dios herido, siente que lleva el infierno en su cuerpo y busca venganza. Persigue a su Criatura por mares, desiertos y estepas, cruza la Siberia y se dirige a los eternos hielos del norte. Ya sin fuerzas, es rescatado por el capitán Robert Walton, un explorador que intenta llegar al Polo Norte. Frankenstein le cuenta la historia de su vida, desde su niñez en Ginebra hasta los crímenes de sus seres queridos por ese Monstruo, que dice estar muy cerca. Víctor no supera la neumonía y muere. En un momento, el capitán Walton regresa al camarote donde está el cuerpo sin vida de Frankenstein y encuentra al monstruo sobre su cadáver, y lo escucha decir:” ¿ Por qué no es posible que ahora te pida perdón?. Yo que te maté, matando a todos los que amabas”, Al concluir, el Monstruo saltó por la ventana del camarote a la balsa de hielo que amarró junto al buque. Y así, fue arrastrado por las olas, y se perdió en la oscuridad y la distancia.

EL CINE CREÓ EL MITO

Sin lugar a dudas, Mary Shelley, tuvo siempre la intención de hacer una novela de terror gótico, pero también dejó muy en claro temas tan humanos como las consecuencias de la soledad, y de que la fealdad física no es fealdad moral. El cine pocas veces fue claro con esta filosofía planteada por la autora, que como gran conocedora de los avances científicos de la época, dejó lugar a que estos pueden convertir creaciones monstruosas. Por eso pensó en el subtítulo “El nuevo Prometeo” para Frankenstein, pensando en aquel ser mitológico, que encadenado a una montaña era devorado por los buitres eternamente, porque había sido condenado a un suplicio sin fin.

Desde el Frankenstein de 1910, de 16 minutos de duración, producido por los estudios Edison Film, con la dirección del norteamericano J. Searle Dawley, realizador que hizo 180 películas y que terminó su carrera antes de iniciarse el sonoro, quedó un inexplicable bache de más de veinte años, para volver a tratar una historia de género tan interesante. Pensemos que Lon Chaney, fue el hombre de las mil caras para recrear personajes de terror en el cine silente, o la repercusión que tuvo en Alemania El Gabinete del Dr. Caligari (1919) de Robert Wiene, inicio del movimiento expresionista, El Golem de Paul Wegener o el Nosferatu de Friedrich Murnau, en la década del 20. Es el director James Whale, quien dirige Frankenstein, en 1931. Fue el primer largometraje, y sonoro, adaptado de la novela. El actor Colin Clive, quien murió apenas con 37 años, interpretó a Frankenstein, que curiosamente su nombre de pila no era Víctor sino Henry.

El Monstruo, que se convertiría en el personaje más destacado, tanto es así que cuando se dice Frankenstein se piensa en el Monstruo, fue interpretado por el británico Boris Karloff, maquillado estupendamente por Jack Pierce, quien creó esa máscara inolvidable. En los créditos iniciales del filme, se destaca un signo de interrogación donde iría el nombre del actor que interpreta al Monstruo, pero en los créditos finales se devela el misterio: Boris Karloff, con todas las letras.

En el Frankenstein de James Whale, la muerte del Monstruo, que es la penúltima secuencia, resulta extremadamente injusta con la autora de la novela. De aquel Monstruo que se sensibiliza ante su creador muerto, y se lanza a lo desconocido buscando su fin, a esta Criatura de Whale, perseguida por una turba que lo acorrala y lo encierra en un molino de granos, para luego prenderle fuego, hay una perversa diferencia. El fuego hace que un madero caiga sobre el Monstruo, que aprisionado y a merced de las llamas lanza brutales gemidos de dolor, mientras la gente del pueblo, permanece eufórica a los pies del dantesco espectáculo. La breve secuencia final, muestra al Dr.Frankenstein reestablecido de su lucha contra la “bestia” mientras unas bellas jóvenes de la servidumbre le acercan una copa de vino.

A partir de esta película nació este nuevo mito cinematográfico.

Una novia, un hijo y hasta fantasmas

El deseo del Monstruo para que Frankenstein le de vida a una novia para no vivir en la terrible soledad, lo cumple James Whale en su siguiente película sobre estos personajes, claro, fuera de lo escrito por Mary Shelley. La Novia de Frankenstein (1935), es en realidad la novia del Monstruo, y la actriz británica Elsa Lanchester, tendrá ese papel. Colin Clive, seguirá siendo Henry Frankentein y Boris Karloff la Criatura. En 1939, la Universal, recurre al director Rowland V. Lee, para dar vida a El Hijo de Frankenstein, otra invención de Hollywood, con la incorporación de Basil Rathbone, como Wolf von Frankenstein, Karloff, como el Monstruo y el famoso Drácula, Bela Lugosi, en la creación de un nuevo personaje, Ygor, un ladrón de cadáveres que fue ahorcado y sobrevivió. En este filme, el Monstruo obedece a Ygor, que es un maldito de verdad.

Si bien Boris Karloff estuvo ligado a Frankenstein hasta 1970, el papel del Monstruo fue ocupado por otros actores. Lon Chaney Jr. fue la temible Criatura en El Fantasma de Frankenstein (1942), claro que al año siguiente pasó a ser el hombre lobo en Frankenstein contra el hombre lobo. Aquí Lugosi volvió a su papel de Ygor. También Christopher Lee, fue el Monstruo y Peter Cushing, otro ilustre del género, interpretó al Dr. Frankenstein en los 60.

La comedia, no podía obviar a un personaje que les venía al dedillo al duo cómico Abbot y Costello que en 1948 se enfrentó contra Frankenstein, y aprovechando este éxito continuó su lucha contra el hombre invisible, el hombre y la bestia y por último la momia. Pero la gran comedia la trae Mel Brooks en 1974 con El Joven Frankenstein, película memorable, que a más de 40 años de su estreno, las nuevas generaciones siguen disfrutando. Gene Wilder en el papel del Dr. Frankenstein, Peter Boyle, como el Monstruo y Marty Feldman en un Igor, que ha quedado como marca en la historia del cine.

Branagh, de Shakespeare a Shelley

El británico Kennth Branagh, reconocido principalmente por llevar a la pantalla las grandes tragedias shakesperianas como Hamlet, dramas históricos como Enrique V o comedias, se animó en realizar e interpretar una versión bastante ajustada a la obra de May Shelley, la tituló Frankenstein, pero aquí la conocimos como Frankenstein de Mary Shelley (1994). Branagh reunió un elenco extraordinario: Robert De Niro para hacer de la Criatura, Tom Hulce para el papel de Henry Clerval, Helena Bonham Carter, como la novia de Frankenstein, Aidan Quinn en el rol del capitán Walton, y Branagh se reservó el de Frankenstein.Salvo unas variantes, no demasiado significativas, Branagh trata de ser fiel a los pasos de la novela. Sobre el final, incorpora a la historia, la escena donde el cadáver de Frankenstein es quemado en una pira, y la Criatura, que en ese momento sublime se siente su hijo, toma una antorcha y se incendia junto a su creador. El símbolo del fuego, históricamente ha tenido un alcance purificador. Mary Shelley, prefirió un final en los hielos eternos.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

El cineasta español Victor Erice, en su película El Espíritu de la Colmena, muestra a una niña (Ana Torrent) que sueña con la bondad del Monstruo de Frankenstein, que va a ayudar a un fugitivo. Los niños suelen lagrimear cuando el gran gorila King Kong, se desploma desde el pico del Empire State y muere en una calle, en medio de una multitud que ansiaba su final.

¿El Monstruo de Frankenstein, es bueno o es malo?¿ Inocente o perverso? Cuando chico, alguien me dijo que los verdaderos monstruos no tienen garras a la vista ni los dientes salidos para afuera. George Steiner, contaba sobre un hombre melómano, amante de Mozart y de otros autores sublimes, que reposaba placenteramente por las noches, rodeado de su calificada pinacoteca y libros propios de un hombre culto. Por la mañana, se ponía el uniforme militar e iba a cumplir sus tareas criminales en un campo de concentración.

Artículo realizado por Jorge Luis Scherer para Ultracine.

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