“Algunas chicas” es una rara avis en el cine argentino: un filme de autor pero que usa los elementos del thriller y terror sobrenatural para crear un clima onírico siniestro y perturbador.
Varias cosas llaman la atención en “Algunas chicas“: la relación entre las protagonistas, que logran una química infrecuente en el cine nacional; el uso de elementos del cine de terror (el fuera de campo, el sonido, la fotografía) sin que la película lo sea; la forma de producción, que pese a ser industrial se tomó su tiempo en rodaje y ensayos para encontrar el tono de las actuaciones e imágenes, sin tener detrás fechas ni planillas.
El filme se estrenó a nivel mundial en el festival de Venecia, en 2013; y luego pasó por varios festivales más, incluyendo uno de los más importantes del cine fantástico a nivel mundial como es el de Sitges, en España. Pasaron tres años desde la primera vez que esta historia vio la luz ante un gran público hasta que logró desembarcar en cines locales.
Con distribución de TREN, “Algunas chicas” se estrena el jueves 26 de mayo en cinco pantallas: Hoyts Abasto, Atlas Patio Bullrich, BAMA Cine Arte, Showcase Norte y Showcase Cordoba.
El filme gira en torno a cuatro misteriosas mujeres que se encuentran en un pueblo. Todas tienen en común haber vivido situaciones cercanas al suicidio, la muerte o la depresión. Las protagonistas son Cecilia Rainero, Ailín Salas, Agostina Lopez, Agustina Muñoz. Los hombres tienen papeles chicos pero determinantes, como es el caso de Juan Barberini, German De Silva, y los escritores Alan Pauls y Edgardo Cozarinsky.
Es el tercer largometraje de Palavecino, después de “Otra vuelta” (2005) y “La vida nueva” (2011), un director que se movió siempre dentro del cine de autor, aunque es la primera vez que utiliza recursos más vistos en el cine de género, en especial aquel de aristas sobrenaturales o perturbadoras, tomando a los filmes de David Lynch como referencia más obvia, pero también directores clásicos como acques Tourneur, director de “Cat people” y “I walked with a zombie”.
Palavecino no reniega de las influencias, aunque declaró en una entrevista: “antes de empezar a filmar me juramenté y repití varias veces: “No imitarás a David Lynch, no imitarás a David Lynch“. El filme, además, está libremente basado en el libro “Entre mujeres solas”, de Cesare Pavese.
Con la excusa de una crisis matrimonial, la cirujana Celina se toma unos días en la casa de campo de una vieja amiga a la que no ve desde sus días de estudiante. Allí advierte que algo parece suceder con Paula, la hijastra de su amiga, que brilla por su ausencia. Dos chicas, la mística Nené y la cínica María, acosan a Celina no sólo con preguntas sobre Paula sino tratando de integrarla a su grupo disfuncional. Pronto sabremos que Paula ha tenido un intento de suicidio. Pero Celina no puede cuidar de nadie, ni de sí misma: poco a poco entendemos que está escapando de algo oscuro, pero ha caído en el lugar menos indicado. En el limbo de ese pueblo infernal, sus fantasmas no harán sino resurgir y contagiarse con los de las demás: atravesará con ellas porosas pesadillas, juegos peligrosos y una incertidumbre creciente acerca de los límites entre sueño y vigilia, entre vida y muerte.
Además del elenco, juega a favor el impecable trabajo de fotografía de Fernando Lockett, uno de los DF (Directores de Fotografía) más respetados del cine independiente de la última década; y la creación del sonido por parte de Santiago Esquerro y Santiago Fumagalli.
La química entre las actrices llega a que nos preocupemos verdaderamente por sus futuros en ese pueblo en el que nada es lo que parece. Esto se logró, según su director, gracias a muchos meses de ensayo, pero también a no seguir una estructura tradicional de rodaje (en la que se filma lo más que se puede en la menor cantidad de tiempo posible). Cuando una película nacional tiene duraciones de filmación que van de las cinco a las ocho semanas, el rodaje de “Algunas chicas” se fue extendiendo a lo largo de seis meses.
Pero es el trabajo técnico lo que verdaderamente cautiva y perturba como pocas películas de terror lo han hecho en el cine argentino moderno. Y esto lo logra una película que no es de ese género, por más que beba varias cosas de él.
Como todo cine de autor, la propuesta podrá fascinar a algunos, o generar rechazo en otros. Lo que es seguro es que nadie saldrá indiferente de la sala.